Capitulo 2 - Matices de una amistad

6 0 0
                                    

Cuadernos, apuntes, presentaciones y uno que otro regaño. Así fue como paso el día. Sin novedad, ni emoción para Estela. Guardaba sus cosas para marcharse a casa. Eso era lo único que quería en ese momento. Para su mala fortuna, Serene y otras chicas la abordaron en su asiento.

– ¿Tienes algo que hacer hoy?– dijeron al unísono. Esas palabras taladraron la mente de Estela sin piedad.

– No, ¿Porqué?– Ella sabía que era una invitación, para salir a algún lado. Honestamente no tenía el ánimo para hacer nada.

– Vamos a ir al centro, ¿Quieres venir?– Está vez solo habló Serene.

Justo como lo había pensado. Si fuera más sincera, o quizás menos cobarde, ella rechazaría la oferta. Aunque desde un principio, sabía que no era una pregunta, sino más bien una especie de orden.

– Claro, me hace falta salir un rato.– La culpa ya la estaba invadiendo, esto lo iba a lamentar después.

Todo el grupo se alistó para salir. Las personas que irían, eran más de los que Estela imaginó. El tumulto avanzó por el estrecho pasillo con dirección a la salida. A medio camino, la pelinegra, recordó que tenía un asunto que resolver antes de irse.

– Chicos, perdón. Que despistada soy. Se me olvidó algo que tengo que hacer. Ahorita vengo, pueden adelantarse.– Salió trotando por el pasillo. Abrazaba su mochila para que está no se moviera por todos lados.

– No te tardes demaciado.– Es lo que decía un grito, que Estela, apenas puedo oír a lo lejos.

En el colegio, existían 2 edificios. El principal, donde estaban las aulas, era uno ellos. El otro, más chico, pertenecía a las instalaciones deportivas. Más atrás del segundo edificio, se ubican unas jardineras. Ese era el destino de Estela.

Un enorme árbol, es un punto de referencia en aquel lugar. Bajo su sombra una banca, pequeña y oxidada, es apenas perceptible. En ésta, la figura de una mujer acostada, se camufla entre los matices del follaje.

Estela se toma su tiempo, respira. Sus manos sudan, mientras juguetea con ellas. El nerviosismo se expandía en la escena. Soltó un par de resoplidos en un intento de calmar sus emociones. Decidida, se aproximó a las raíces del árbol, que están al descubierto. Conforme se acerca, el rostro de la persona acostada en la banca se aclara. La chica del libro, con la que tuvo el conflicto en la mañana, es quien está en el lugar.

– Eh... ¿Liliana?– La mencionada abre los ojos y tuerce la cabeza, para divisar a Estela.

– Vaya, Ahora resulta que si me conoces. ¿Qué quieres? Acaso ¿Estoy en tu lugar?- En las últimas dos palabras, hizo un incapié. Para que fuera más notoria su molestia.

–Que graciosa eres.– Contesto en un tono amable, aún que se le escapó un poco de sarcasmo. – Con respecto a eso, quería disculparme. Tu sabes cómo es Serene, a veces un poco...–

–¿Estúpida?–

– No, no. Yo diría que imprudente.– De sus labios, brotó una sonrisa gentil. Liliana, al verla frunció el seño. – Como sea, el punto es q–

– Esty.– La pelinegra se quedó desorientada. No solo por la interrupción, sino también, por qué Liliana la había llamado por su apodo de cuando eran niñas. Hacia años que no se refería a ella de esa forma.

– Dime Lily.– Respondió intentando corresponder al gesto de la otra chica.

– ¿Podrías dejar eso por favor? Conmigo no es necesario.–

– ¿Dejar qué?– Estela sabía bien a lo que se refería. Pero no podía permitirse el lujo de bajar la guardia, y menos estando en la escuela. La rubia, al darse cuenta que esto no iría a buen puerto, acumulo su decepción, y la expulsó de su ser en forma de suspiro.

– Sabes cómo tu amiga, pero tu amiga de verdad y no de esas que usas para llenar tu obra de teatro. Tengo el deber moral y la necesidad de ayudarte. Si sigues con eso, solo te acabarás lastimando tu sola. Se que me dirás algo como "No seas exagerada", "Eso ya me lo habías dicho, no tienes por qué repetirmelo" o "Ese asunto no te incumbe". Y comprendo que tengas tus motivos para hacerlo, no pienso juzgarte por eso.– Lily tomó aire para proseguir. Por otro lado, Estela solo escuchaba con atención, aunque una parte de sí quería salir corriendo. – Se que es desafortunado para ti, el hecho de que yo esté en el mismo salón que tú. Prometo que no te estorbare, así que no te preocupes. Pero si algún día, por cualquier cosa, necesitas a alguien en quien apoyarte. Yo siempre estaré dispuesta a meter las manos al fuego por tí. Con la única condición, de que a mí lado seas completamente sincera.– Al acabar su discurso, Lily se enderezó para levantarse de la banca.

Una bomba había caído. O por lo menos eso parecía en la mente de Estela. Absorta en sus pensamientos, empezó a recordar cosas del pasado que pareciera que ya había olvidado. Lo último que le había dicho Lily, era cierto. Cuántas veces su amiga se había sacrificado por ella, cuántas veces la aconsejo, cuántas cosas le perdonó, y lo más importante, entre todas las personas que había conocido en su vida. Lily era la única que se había tomado el tiempo de conocer a Esty y no se había enganchado con la Estela que todos conocen.

Lily, se sacudió la parte tracera de su pantalón con las manos. Sigilosa y sin hacer un ruido, paso a lado de su amiga. No alcanzo a dar dos pasos, cuando sintió que algo le sujetaba la chamarra. Al girarse, pudo ver, una mano temblorosa sosteniendo la tela de su prenda. La pelinegra ni siquiera era capaz de mirarla a los ojos. Corrieron los segundos y nada paso. Lily prefiero no hacer ningún movimiento, sabía que Estela estaba teniendo una guerra interna. Lo más adecuado, era esperar a que su amiga aclarara sus ideas.

– Lily... Lo siento mucho.– El tono de voz de Estela no era ni cálido, ni gentil. La tristeza y la frustración, invadieron sus ojos dejando caer un par de lágrimas. Su mano empezó a temblar más que antes. Lily puso una pequeña cara de preocupación. – Lo siento por todo. Tu me has ayudado tantas veces, que no puedo ni contarlas. Me has cuidado y consolado en momentos muy difíciles. En cambio yo, no hago más que lastimarte y apartarte de mí. No me alcanzaría está vida, ni la que sigue, para recompensarte. Aún no entiendo por qué sigues a mi lado, no soy más que una idiota y mentirosa, que haga lo que haga siempre la abandonan. Yo no te merezco, yo no merezco nada. Así que contestame ¡¿Por qué sigues conmigo?! ¡¿Por qué me consideras tu amiga?! ¡¿POR QUÉ?! -

Sin algún aviso, Esty sintió el roce de las manos de la rubia en su cara. Lentamente fue forzada a levantar la mirada. Unos ojos verdes fue lo primero que alcanzó a ver. Suavemente, sus lágrimas fueron limpiadas con el pulgar de Lily.

– Estuvo muy lindo tu discurso de autoodio. Pero temo decirte que hay un error enorme en el.- Estela sin comprender de que hablaba, sacó una expresión de confusión. –¿Acaso la amistad tiene explicación? Puff por supuesto que no, que tontería sería esa. Pero si tuviera que darte un "por qué"... Creo que la respuesta sería, por qué eso es lo que hacen las amigas.– Al oír eso, los ojos de Estela se expandieron en exceso. – Se que discutimos demasiado, también eres insoportable y me dan ganas de patearte el trasero de vez en cuando. Sin embargo, al final del día quien está frente a mi es una persona que no la cambiaría por nada. Y sin darme cuenta, te adentraste tanto en mi vida, y yo en la tuya, que dejaste de ser cualquiera. Así que no sé si te sirva de algo, pero ten en mente esto. No importa que pase, sea una situación externa o un problema entre nosotras, yo siempre, siempre seré tu amiga.–

El pequeño sollozo de Esty, se convirtió en un llanto desgarrador. Sin pensarlo demasiado abrazo a Lily. Su amiga, la rodeó en sus brazos con firmeza. Eso era lo único que necesitaba en ese momento. No recordaba cuando fue la última vez que lloró con tanto sentimiento, quizás cuando se marchó su padre de la casa o la segunda vez que le diagnosticaron leucemia a su madre, ahora eso no importaba. Ya que sin saber el motivo, está vez era diferente, era, era... Tan liberador.


******************************************
Segundo capítulo, Este es más largo que el anterior . No sé si voy bien, pero se hace con todo el esfuerzo del mundo.

VacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora