Prólogo
En un jardín muy especial en la Colonia Roma se levantaban poco a poco con el Sol que renacía de nuevo al horizonte las flores de abril, que elevaban sus hojas y abrían sus pétalos como si hubiesen despertado de un largo sueño. Esas flores eran las más lindas de toda la Colonia, ya que su dueña les cantaba, las alimentaba con agua cada que lo necesitaban, y tenía un secreto para que nunca murieran; contarles sus más grandes deseos. La mujer que se encargaba de todo ello era Eulalia, ella era ese tipo de mujer que cuidaba de las cosas que tenía como si hubiesen salido de su propio vientre. A ella le gustaba el olor de los libros viejos, coleccionar las hojas muertas del otoño, cantarle a la luna y mojarse en la lluvia para recordar un amor antiguo.
También le gustaba mirar la ventana mientras las gotas de lluvia hacían figuras bizarras con su desorden y hacerse preguntas como "¿Por qué las gotas de agua son todas iguales y perfectas?" O "¿Es acaso que el agua de lluvia puede cambiar a la gente?" Todas esas preguntas que ella se hacía tenían una razón de ser.
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El conticinio
Fiksi RemajaSolo de noche se aprecia el sereno cántico del conticinio... y sólo en jardines se puede disfrutar.