Más Allá De Las Estrellas

6- La idiota Anya

Volvía a ser lunes. ¡YUJUUU! ¡Háganme desaparecer! *empieza a llorar* Es injusto, ¿por qué tienen que haber sólo dos días de descanso? ¡¿Por qué no podemos ser como otros países que tienen TRES DÍAS DE DESCANSO?! En fin, la triste vida.

Cuando me desperté, me vestí -me daba igual si parecía una borracha-, me arreglé un poco el pelo, y bajé a desayunar de mala gana.

- Hola, pequeña - me saludó mi madre.

- Holap. -sinceramente no me apetecía hablar, eran las siete de la mañana de un jodido lunes.

- Hmm... -supuso que estaba de mal humor- los médicos dicen que tu hermano Pablo va estar bien en una semana.

¿Me subió el ánimo? Sí. ¿Mucho? No lo sé.

- ¡Vaya!, que bien. -y sin decir nada más, salí de casa. Así de malhumorada estaba.

Cuando llegué a clase vi a Anya, que estaba hablando con Margaret, una chica que de pequeña me criticaba mucho, por lo que la odiábamos, en pasado, porque al parecer ahora se llevan genial las dos, se están riendo juntas. Me acerqué a ella, y disimuladamente la alejé de Margaret.

-¿Ahora se llevan bien ustedes dos? -dije, intentando no sonar borde.

- Pues sí, es más divertida de lo que pensaba, de hecho, va a estar con nosotras en el recreo.

Sinceramente, me daba mala espina, ¿por qué se junta con Any de repente? No quise ser mala amiga, así que le dije que estaba bien, que no confiaba mucho, pero que no me importaba. No quería más problemas.

[...]

Luego de dos largas horas escuchando a un profesor hablar sobre el interior de una mitocondria, llegó la hora del descanso. Es verdad, Margaret.

Cuando llegué al césped -donde siempre íbamos- me quedé esperando a mi mejor amiga. Siempre llegaba yo primero.
Ya habían llegado muchos de mi clase, además de Keray. Pero Anya no. Guardé todo y me levanté para buscarla, ¿dónde estaba?. Estuve buscando en las canchas, en el aula, en el otro patio que había en el instituto... Pero nada, ni rastro de ella. ¿La cafetería? Me habría avisado. Aún así, fui hasta allí, y cuando llegué lo entendí todo. Estaban Anya y Margaret sentadas juntas charlando y riéndose mientras tomaban un aperitivo. Decidí intentar caminar hacia ellas disimuladamente para escuchar de que hablaban para reírse tanto, tareas no lo creo.

- ¿Dónde está Elisa? - pregunto Margaret a Anya. Cómo odio que me llamen por mi nombre.

- Tranquila, estará con Edel en el césped, su nuevo mejor amigo -resaltó las últimas dos palabras con tono de odio.

- Te remplazó rápido, ¿eh? Sabía que era de ese estilo. - Le respondió ella.

- Sí. Ayer, en MI casa, estuvieron hablando entre ellos, y aunque les dijera que trabajasen, no había forma, es una estúpida. ¡Es MI casa! ¿Qué se creen? YO mando.

Un momento, un momento, ¿esa que me está llamando estúpida es mi mejor amiga...? ¿Y dónde quedó lo de estar las tres juntas? Ja, se va a enterar.

Aparecí enfrente de ellas, y dije:

- ¡Hola, Any! ¿Cómo estás? Yo muy bien, porque me acabas de llamar estúpida. ¿Sabes qué? Adiós, me iré con mi nuevo mejor amigo, Edel - le escupí, soltando "mejor amigo" tan lento y doloroso como pude. Sin nada más que decir, me fui y la dejé ahí, en shock.

Cuando volví al césped ya era la hora de volver a clases, así que cogí mi mochila de mala gana y me fui sin decir nada.

- Hey, hey, ¿estás bien, Elis? - me preguntó Keray, haciendo que me parase y lo viese a los ojos, sus hermosos ojos verdes.

- Pues no, no estoy bien. Acabo de ver en mi cara como mi supuesta mejor amiga me llama estúpida. - le solté todo de golpe.

- No era una buena amiga.

- A mi me lo pareció al principio...

- No estés mal, estoy aquí. Ahora intenta concentrarte en clases, y luego, estaré contigo para animarte, ¿vale? - me dijo con una cara amable, y sincera.

- Vale... Gracias. - No tenía nada más que decir, sólo eso. Él sí era un buen amigo.

- No me las des, aún no he hecho nada.

***

En las clases no presté nada de atención, eran inútil. Sólo escuché algo de que tendríamos un examen de Geografía al final de la semana, genial. Lo único que recuerdo divertido de las clases fue que alguien de la clase le tiró un pegamento al profesor, muy raro todo.

Estaba saliendo del aula, deprimente, pensando en que tendría que ir a casa con mis padres - que no son los mejores- y me tocaría limpiar toda la casa. Sólo de pensarlo me dan ganas de quedarme quieta e irme pudriendo poco a poco por los añ-

- ¡Holi! -escuché decir a Keray, que estaba en mis espaldas sosteniéndome los hombros.

- ¡AAH! H-hola. Me asustaste, malo. - le dije mientras le empujaba un poco el hombro derecho.

- Esa era la intención - respondió con una sonrisa orgullosa. La jodida sonrisa que me encanta. - Bueno, antes que nada, ¿cómo te sientes?

- Pues... Algo mejor gracias a tí.

Mierda, lo dije en voz alta. Má-ten-me.

- Me halagas. Eemm... Imagino que ahora te tienes que ir a casa obligatoriamente, ¿no?.

- Tristemente sí.

- ¿No te gusta ir a tu casa o qué? - me preguntó burlón.

- Sinceramente, no es que me encante. Siento que no puedo ser yo misma con mi familia.

- Ou, perdona. - pareció... ¿avergonzado? - ¿Quieres desahogarte o lo olvidam...?

- Tengo que ser perfecta para ellos, por lo que he entendido. Saco nueves y dieces y no les parece suficiente. Mientras que mi hermano saca sietes y ochos y le regalan unn videojuego o hasta una consola. Y si me "revelo" me castigan y son más estrictos aún... . - procesé todo lo que le dije a Keray, ¿me pasé? - Perdona, hablé mucho.

- No te preocupes. - me regaló una sonrisa amable - Y en cuanto a tu familia, seré sincero, parece una mierda. Se nota el favoritismo.

- Y que lo digas. Sólo espero tener dieciocho para poder independizarme y poder ser quien yo quiera.

- ¿Qué quieres ser? - preguntó, claramente interesado.

Una gran pregunta, una que aún no sabía cómo responder.

- No lo tengo muy claro.

- Bueno, pues yo sé que voy a hacerte divertir en este rato hasta llegar a tu casa.

Y así fue, estuvo haciendo bromas y haciéndose el idiota sólo para que soltase alguna pequeña risa, y lo superó, claramente, era Keray.

Al llegar a casa vi a mi madre hablando por teléfono, así que subí directamente a mi habitación y me tumbé boca arriba en mi cama, vaya día.

Hoy tendría algo en lo que pensar esta noche, ¿qué quiero ser?.