Coquetéame
— ¿Puedo saber cuál es la prisa?
La voz de Snape salió fría, imperativa, y los chicos que corrían se detuvieron enseguida girándose hacia su jefe de casa. Harry se separó de inmediato, esperando en cualquier momento que le recriminara también a él.
— No deben correr por los pasillos, eso lo saben bien. —continuó Snape casi susurrante—. Diez puntos menos para Slytherin por cada uno de ustedes.
Los alumnos se miraron entre sí, sorprendidos por aquello, sumándole, su casa acababa de perder ciento treinta puntos. Hasta Harry retrocedió un paso, si eso les hacía a ellos, no imaginaba lo que le tocaría por haber osado chocar con él.
— Váyanse todos a su sala común, cada retraso hará que pierdan más puntos... y si vuelvo a enterarme que no han tenido precaución me veré obligado a castigarlos. En esta ocasión no pasó nada grave, pero pudieron lastimar al Profesor Potter, supongo que todos están enterados de que pasó semanas en el hospital.
Luego de asentir, se marcharon cumpliendo las órdenes de su jefe de casa, algunos se disculparon antes con Harry pero la mayoría pasó a su lado sin mirarle. Al quedarse solos, el ojiverde no sabía a bien qué decir, así que aguardó a que fuera Snape quien diera el primer paso.
— Albus me acaba de decir que regresa al colegio. —comentó Severus casi con indiferencia—. Pero luego de lo que acabo de ver no sé si sea buena idea, reconsidérelo, Potter, usted mejor que nadie sabe cómo son los adolescentes, así que no se arriesgue a más problemas.
— No se preocupe por mí. —respondió altivo—. Nadie le pidió que actuara de enfermero, sé bien lo que hago y lo lamento mucho por usted, pero no porque le desagrade mi presencia voy a renunciar a mi trabajo.
— Tan desagradecido como siempre, yo lo único que hice fue llegar en el momento preciso... en fin, no debí esperar mucho.
— No lo haga, las desilusiones no valen la pena.
— ¡Pobrecito! —exclamó sarcástico—. ¿Será que por fin se ha sacado ideas absurdas de la cabeza?... pero debió haber pensado que conmigo no conseguiría una suscripción más a su club de admiradores.
— Lástima, un incauto más y me hubiera hecho acreedor a una batería de cocina.
Harry exhaló profundo, cansado de tanta discusión. Quizá Remus tenía razón, Sirius... todos, y Severus y él no estaban hechos el uno para el otro. Aunque, sus ojos... eran muy diferentes, quería soñar, a pesar de la bofetada de la realidad, ¡quería soñar!
Los ojos verdes, con chispa de ilusión y añoranza, pero también de temor ante la verdad que llegaba a su mente no pasaron desapercibidos para el Pocionista, quien por un segundo abandonó su agresividad. Debía admitir que se sentía feliz de verlo de nuevo, de que luciera tan recuperado y no fuera más la sombra que viera postrado en el hospital. Sintió su corazón latir rápido recordando la confesión que se hiciera y que le hiciera a él mientras dormía... tal vez podía volver a decirlo, tal vez, si reunía el valor, si viera una señal de que no caería en saco roto.
Pero Harry no dijo ni hizo nada más, sólo se dirigió a la gárgola que permanecía abierta y empezó a subir los escalones.
Severus ya podía sentir el corazón en la garganta, estaba dejándole ir sin decirle lo que en realidad sentía, ya casi no podía escuchar los pasos de Harry. Y de pronto, corrió hacia el interior llamándole desde los primeros escalones.
Harry se detuvo y miró hacia abajo, pero sus ojos parecían más opacos, sin esperanzas de que algo bueno ocurriese. Severus titubeó ¿Dónde estaban las luciernaguitas verdes que revoloteaban entre las pestañas de Harry?... Odió no ver en su mirada la alegría, el entusiasmo cuando le coqueteaba, su determinación para convencerlo de que estar juntos podía ser una buena idea.
— Potter, yo...
— ¿Necesita algo, Snape? —preguntó desganado.
— No, yo, pues sólo quería decirle que... que lo que dije fue realmente porque creí que era para su bien, me refiero a lo de continuar descansando. Pero si es su deseo el volver, pues bienvenido.
Harry inclinó la cabeza a modo de agradecimiento, en realidad ya no creía mucho en la sinceridad de esas palabras, tal vez sólo quería ahorrarse algún problema si creía que le acusaría con Dumbledore. Sin decir nada retomó su camino y entró al despacho del Director.
Snape se sentó al pie de la escalera, golpeándose la frente con la palma de su mano. No podía creer no haber tenido el valor de decirle que le había extrañado, que cada palabra agresiva que le dirigía no era más que producto de su inseguridad pero que realmente no sentía ninguna de ellas. Las únicas palabras que había dicho procedentes de su corazón fueron las que pronunció en el hospital... "Me gustas, Harry"... eso sí era verdad.
¿Porqué tenía que ser tan cobarde para algunas cosas? ¿Porqué no podía simplemente decir lo que sentía y ya? ¿Porqué era tan difícil abrir el alma para demostrar sentimientos?
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Quiero con tu padrino
FanfictionUn buen día, Harry le confiesa a Draco algo que el rubio no se esperó escuchar jamás. Veremos cómo reaccionará y, si es que acaso, él también tenga algo que decir. Snarry