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En completo silencio observaba desde la parte alta como habían acordonado la zona con cintas amarillas, los médicos forenses habían cubierto los cuerpos mientras tomaban fotos de la escena del crimen y a sus alrededores varios uniformados bajo ordenes.

Cuando su jefe se acercó, sintió como palmeó su hombro y luego concluyó el mismo con un abrazo el cual no pudo corresponder.

—Lamento lo sucedido -musitó separándose- se que es difícil, pero necesito que me ayudes a responder algunas preguntas -solicito el moreno notando la clara afectación de este-

—Si, esta bien.

Asintió caminando a su lado a una zona más apartada. Su mirada recorrió el lugar logrando ver a JongUp sentado en el césped cercano a la zona mientras abrazaba sus piernas. A DaeHyun no lo logró ver cuando llegaron al lugar.

Estaban cerca de una patrulla.

—¿Qué sucedió aquí?

—¿Como están los chicos?

—Afectados, ninguno a podido hablar.

Dolido apretó sus labios y luego soltó el aire que había retenido con cierta temblorina.

—Responde mi pregunta ¿Sigue siendo referente a esa llamada?

—Lo es, también lo fue el asesinato de mi hermana -aclaró con seriedad- todos los que han muerto han tenido una maldita pieza de ajedrez con ellos como si fuera un estupido juego cualquiera.

—Calmate.

—¿Qué me calme? Le han cortado el cuello a mi amigo enfrente de nosotros ¿¡Como me pides que me calme!? -frustrado apuñó su mano, mordiendo luego esta- maldición...

Enojado y triste, se alejo un poco. En llanto apoyó su cabeza sobre el tronco de uno de los árboles del lugar, empezando a golpear en mismo con su puño derecho hasta el punto de  sangrar.
Rápidamente fue detenido por el mayor quien lo alejó.

Uno de los paramédicos se acercó por el llamado de Bang quien se encargó de sanar la herida.

Cuando ambos volvieron con los demás, arqueó confuso una de sus cejas.
No se veía a DaeHyun en ningún lugar.

~♔︎•♔︎~

A paso seguro y con la mente en alto, el castaño caminaba por las calles vacias a pesar de su cruel aspecto.
Sus manos ensangrentadas y algunas gotas de sangre en su mejilla derecha y parte del cuello. Su prenda gris habia tomado un triste color carmesí en abundancia.

Si mirada denotaba enojo que únicamente ocultaba la tristeza que llevaba.

Cuando una patrulla se detuvo a su lado, mostró su placa sin detener su paso en lo absoluto.

Pasado unos minutos observó la delegación. Al acercarse entró en esta ganandose la atención de todos quienes lo miraron sorprendidos.
Al divisar a quien buscaba, se acercó ignorando a quienes asustados se hacian a un lado.
Con enojo alejó el mueble que los separaba, tomándolo del cuello de su camisa con fuerza con una mano para acto seguido empujarlo a la pared cercana provocando que lo mirara sorprendido e intimidado.

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