Capítulo I

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-Yo Eijiro Kirishima te tomo a ti...

Hizo un gesto tratando de recordar el nombre de su futuro esposo, mismo a quien había conocido hace apenas unas cuantas horas en la recepción del lujoso hotel y al cual se lo habían presentado hace tan solo 5 minutos antes de que iniciará la ceremonia.

-Yo Eijiro Kirishima te tomo a tí...

Volvió a repetir aquella frase, mientras continuaba haciendo memoria de todos los nombres que sabía, aún sin éxito.

El susodicho pareció darse cuenta, por lo que solo frunció el ceño, indignado por el chico de cabellos negros, pero tampoco intento ayudarlo.

-Yo Eijiro Kirishima te tomo a ti...

-Katsuki.- Mascullo entre dientes el padre del omega, ya harto porque su hijo ni siquiera pudo aprender el nombre de su nueva pareja.

-Katsuki, como mi horrible esposo.

Kirishima no se hubiese dado cuenta de que se había confundido horriblemente, de no haber sido por la exclamación casi ahogada de Rei, su madrastra.

El rubio solo volteo a verlo con una ceja arqueada, tratando de entender a qué diablos se refería con aquella palabra.

Kirishima solo podía ver hacia el suelo con cierta vergüenza, pero al menos en esa parte de sus votos había sido sincero, porque estaba seguro de que Katsuki sería un esposo horrible para él.

Solo en ese momento recordó vagamente su apellido "Bakugō" otro de los "amigos" de su padre.

Al trabajar en la unión soviética su padre había conocido infinidad de personas relacionadas con rusos, tanto allí como en Inglaterra como en otros lugares, probablemente de ese mismo lugar había sacado al chico de apariencia extraña a quien tenía de frente en esos momentos.

Su padre siempre había amado la cultura rusa, el diseño de su casa lo decía todo, paredes azules, chimenea de ladrillos con aspecto de antaño, floreros de cobalto ruso, alfombras de diversos colores, etc. Su padre se desvivía por aquella cultura, por lo que ahora no le sorprendía tanto que su prometido tuviese rasgos rusos a pesar de tener un apellido japonés.

Para cuándo se dió cuenta la mano del chico de cabello extraño ya estaba sosteniendo la suya, colocándole el anillo que sellaba su unión ante la sociedad; podía verse la gran diferencia en el tamaño, las finas manos de Eijiro no se comparaban con las asperas de Katsuki.

-Con este anillo, yo te desposo.- Dijo finalmente después de casi toda la ceremonia en silencio.

-Por el poder que me otorga el estado de New York, los declaro Alfa y Omega. 

Declaro finalmente el juez que oficializó aquella unión, Kirishima se tensó esperando a que la autoridad invitará al alfa a besarlo, cuando esto no pasó supo que había sido una sugerencia por parte del oji-rubi, posiblemente para evitarle la vergüenza de tener que pasar por un momento incómodo como un beso con un total desconocido.

Al terminar la ceremonia y dar paso a la pequeña fiesta que habían organizado, Enji se acercó a su hijo y depósito un cálido beso sobre su mejilla, Eijiro espero aunque fuera una palabra de su parte, pero no la consiguió. Aún así no le gustaba sentir pena por si mismo, por lo que trato de fingir que esto no le afectaba.

El avejentado juez Sorahiko Torino los casó y los únicos dos testigos que tuvo fueron el chófer de su padre y Rei.

-Eijiro querido, sin duda Katsuki y tú harán una bella pareja ¿No crees Enji? -Sin esperar una respuesta por parte de su esposo, Rei abrazo al pelinegro envolviendolo en una nube de perfume de rosas. Sin duda ella era quien más destacaba en aquella horrible boda, con su vestido rosa y su cabello platinado, no se le hizo difícil ser el centro de atención.

ANGELEYES - BAKUSHIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora