Amarte es un buen problema para tener (Lumelia)

1. Siempre serás mi favorita

Era más o menos la una de la madrugada fuera de los melancólicos muros de la mansión Blight y Lucía seguía la conocida rutina que hacía a menudo a lo largo de la semana. Con cuidado voló en Owlbert sobre las puertas que rodeaban la mansión y aterrizó silenciosamente bajo la ventana de su novia. Al asomarse a la habitación, que estaba en el último piso, no pudo ver ninguna de las luces que normalmente emanaban de ella a esa hora de la noche. Preguntándose brevemente si Amelia estaría realmente dormida a una hora normal, Lucía apoyó a Owlbert tan suavemente como pudo en la pared.

"Esta vez no tardaré tanto. Te lo prometo", Lucía ofreció una sonrisa de disculpa al talismán mágico, que pareció aceptar con comprensión. Retrocedió unos pasos para tener un mejor ángulo de la habitación de Amelia.

No, no hay luces.

Lucía resopló y se agachó a revolver el suelo en busca de unas piedrecitas. La acción la hizo poner los ojos en blanco por lo cliché que era, pero se encontró lanzándolas hacia la ventana de cristal de todos modos.

Clinck

Clinck

Clinck

Lanzó tres guijarros hasta que vio una figura moviéndose en la oscuridad. Hubo unos débiles ruidos de arrastre antes de que el dulce crepitar de la ventana de Amelia fuera todo lo que se oyera en la oscuridad de la noche. Lucía sonrió cuando una salvaje melena de pelo verde se asomó por la ventana y unos ojos dorados aún más salvajes la miraron fijamente, hablando en un idioma que sólo ellas dos conocían.

"¿Subes o no?", le preguntaron.

Lucía sonrió, sintiéndose mejor al saber que Amelia seguía viva, y colocó un glifo vegetal en el suelo bajo sus pies. Al golpearlo, el glifo brilló con un color verde intenso y una enredadera surgió del suelo. Rodeó el brote con un brazo y se apoyó en una de las ramas con el pie izquierdo. Arriba, arriba, se elevó con la planta hasta que ésta dejó de crecer y Lucía y Amelia estuvieron frente a frente.

Desde esta cercanía, Lucía pudo conocerla mejor. Sólo llevaba una camiseta y unos pantalones cortos, así que obviamente estaba en la cama en ese momento, pero no parecía tan cansada como lo estaría si Lucía la hubiera despertado. Había algo diferente detrás de su mirada que le decía a Lucía que algo le preocupaba, pero el ligero ceño que se formó en sus labios le hizo pensar a Lucía que tal vez no era el mejor momento para preguntar. Podría hacerlo más tarde.

"¿Me has echado de menos?", preguntó Lucía con la sonrisa más comedora de mierda que pudo reunir para que Amelia dejara de pensar en lo que fuera que la estaba molestando. Pareció funcionar porque la bruja puso los ojos en blanco de tal manera que Lucía temió que se le clavaran, lo cual era un comportamiento refrescantemente normal. Tampoco le pasó desapercibida la forma en que las comisuras de sus labios se habían vuelto sutilmente hacia arriba.

"Ya quisieras", respondió mientras se alejaba lo suficiente como para dejar un espacio decente entre el alféizar de la ventana y el suelo de la habitación."Entra antes de que te congeles el culo".

Hacía mucho frío, así que Lucía aceptó encantada la oferta y bajó de un salto de la enredadera para entrar en la habitación de Amelia, completamente negra. A diferencia del clima exterior, su habitación era cálida y estaba llena de su aroma. Lucía sabía que Amelia odiaba estar en su casa, pero secretamente Lucía deseaba que ella y Luz hubieran podido vivir en un lugar así mientras crecían. No por celos, sino por una especie de lamento. Amelia y ella no eran más que delincuentes, pero Amelia era una delincuente de "soy rica de cojones", mientras que Lucía era más bien una delincuente de "no tengo dinero, así que menos mal que me he topado con un mundo mágico con mi hermana en el que no lo necesito".