5. Tenemos que hablar

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El techo de su habitación no tenía las respuestas, sin duda alguna y el hecho de estar ahí en la misma cama donde pasaron tantas cosas no era saludable para pensar en frío, como Tay esperaba lograr

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El techo de su habitación no tenía las respuestas, sin duda alguna y el hecho de estar ahí en la misma cama donde pasaron tantas cosas no era saludable para pensar en frío, como Tay esperaba lograr. Pero muchas opciones no tenía y sueño tampoco, siendo ya las dos de la madrugada y sin haber podido cerrar los ojos para dormir al menos unos minutos.

Tenía que esclarecer sus pensamientos y menos mal que para hacerlo antes cambió las sábanas porque carajo, el perfume de New estaba en todos lados y sólo le hacía querer salir huyendo en busca de aire fresco para pensar en algo que no fuera precisamente New Thitipoom.

Tay se lleva la almohada a la cara y bufa de frustración, pataleando con mucha madurez y soltando gritos ahogados de vez en vez. Si creyó que el incómodo momento de recoger la mesa había terminado con el suplicio de New en su sistema, estaba muy muy equivocado, pero había una cosa que le taladraba la cabeza en ese momento más que cualquier otra y tristemente, debía dormir un poco si no quería llegar al aeropuerto para recoger a Namtan, con cara de muerto en vida.

Así que se acomoda boca abajo como siempre duerme y trata de desconectar su mente, que parece vagar a la habitación de al lado donde el pelinegro lee a la luz de una lámpara de noche.

Hace un frío que congela los vellos de la nariz, inusual por esa época del año pero al parecer el clima también tenía algo contra Tay quien se frota las manos contra la boca tratando de calentarse o no morir de frío en espera de su novia

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Hace un frío que congela los vellos de la nariz, inusual por esa época del año pero al parecer el clima también tenía algo contra Tay quien se frota las manos contra la boca tratando de calentarse o no morir de frío en espera de su novia. La chica llegaría de visitar a su familia en China en poco menos de diez minutos según la pantalla que anuncia las llegadas sobre la cabeza de Tay, pero el susodicho no tiene ganas, para ser honestos, de seguir ahí de pie sin un suéter a riesgo de morir de frío. Así que toma su teléfono y teclea un rápido mensaje diciendo que estará en el Starbucks esperando, porque para qué mentir, se caga de frío.

Una vez que llega a su destino y refugio, suspira de alivio al sentir la calefacción en la cafetería, dónde podría esperar mucho más tranquilo y aprovechar, para planear la forma en la que va a decirle a Namtan qué bueno... Necesitan hablar.

Tay se sostiene la barbilla con una mano apoyada sobre la mesa, mirando sin mirar alrededor donde intercepta, entre la multitud, al único ser humano sobre la tierra que jodidamente no quiere ver en ese momento.

El desgraciado de Ssing.

El pelinegro se levanta de golpe de su asiento y camina a pasos furiosos al mostrador donde su querido amigo lo recibe sonriente, sonrisa que va borrando a medida que Tay se acerca con intenciones poco amistosas.

—¡Tú, hijo de puta! —sisea entre dientes, señalando al chico tras la barra con un dedo, que traga saliva totalmente intimidado.

—B-bienvenido a Star... ¡Ay! —Ssing pega un grito para nada varonil cuando Tay estampa el puño contra el mostrador— ¡En la cara no, soy artista!

—¡Un idiota es lo que eres! Sal de ahí, afronta esto como hombre.

—¿Afrontar qué mierda, Tay? —Ssing mantiene el tono bajo, sinceramente avergonzado de que los clientes los estén mirando. Se desata el delantal y camina hasta la puerta de empleados, con las manos alzadas y haciéndole señas al furioso pelinegro para que lo siga al cuarto detrás de las cafeteras—. Entra y deja de hacer un escándalo.

A regañadientes, Tay obedece y ambos entran al reducido espacio donde guardan los empleados sus mochilas y se ponen el uniforme.

—Dime qué mierda me diste en la fiesta.

—¿A ti? Que yo recuerde nada, no podría... —Tay estampa el puño contra la pared— ¡Bien, bien! Kokobop ¿De acuerdo? Nada más.

—¡Pues tu puta Kokodroga me jodió bastante! —El chico toma del cuello a Ssing, quien cierra los ojos esperando el golpe— ¡Es tu culpa!

—¡No es droga! —Insiste el Barista, sinceramente asustado de recibir un ojo morado—. Tay te lo juro, no te drogué. Son dulces, me los traje de Corea. Déjame probarlo.

—¡No mientas!

—¡Con un demonio, suéltame y lo verás! —ambos gritando por diferentes circunstancias, llaman demasiado la atención de afuera y el murmullo se extiende—. No hay mucho tiempo antes de que nos saquen de aquí... —el chico se revisa los bolsillos, buscando una cajita en particular que encuentra y sonríe, tomando un dulce redondo cubierto de colores—. Come.

—Estás loco si crees que lo... —pero no termina de hablar cuando Ssing le mete el dulce a la boca, haciéndolo callar. El suave sabor a tutti frutti le inunda el paladar y Tay lejos de sentirse aliviado, se siente peor que antes—. Mierda...

—Sí, hiciste un escándalo por un caramelo. —Ssing se acomoda la ropa, el cabello y guarda la cajita en su bolsillo—. Sea lo que sea que te dieron, no fui yo. Kokobop no es más que vodka con leche evaporada y licor de naranja para que se vea azul. —a medida que habla, el chico a su lado se pone pálido—. Lo siento, Tay, yo en serio no fui.

Tay espabila de su trance cuando su teléfono celular vibra en el bolsillo, anunciando una llamada.

—No, no lo sientas. —Echa un vistazo al número en la pantalla y traga saliva, con el corazón en la garganta—. Fui yo.

—¿Tay? —el chico no voltea, ni siquiera parece haberlo escuchado cuando sale del cuarto rumbo a las mesas, en automático y como un zombi— ¡Tay!

Apenas encuentra con la mirada a Namtan siente el vómito subir de nuevo por su tráquea amenazando con estallar en cualquiera momento. Se sentía aterrado, ido, con el peso de sus acciones haciéndole hundir a cada paso y ni siquiera el fuerte abrazo que le regala su novia en ese momento, lo hace sentir menos vacío.

—¡Te extrañé mucho! —Namtan lo abraza, sonríe y se siente tan feliz de verle de nuevo que Tay sólo puede sentirse miserable— ¿Cariño? —la chica se separa un poco, inspeccionando la cara de su novio quien parece haber visto un muerto— ¿Estás bien?

Tay niega con la cabeza.

—Tenemos que hablar.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Sexo entre amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora