Epílogo

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Ama los domingos, porque además de no tener que ir a asistir al Doctor Smith con sus autopsias en el laboratorio de criminología, Tay puede andar en calzones por su casa, con una lata de té helado en una mano, mirando el cielo despejado sobre sus ...

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Ama los domingos, porque además de no tener que ir a asistir al Doctor Smith con sus autopsias en el laboratorio de criminología, Tay puede andar en calzones por su casa, con una lata de té helado en una mano, mirando el cielo despejado sobre sus cabezas en ese sofá donde New gusta de sentarse a leer.

Pero ese domingo era diferente, se sentía en el aire, podía olerlo en el ambiente. Si, Tay está seguro que algo grande se aproxima y no puede evitar encoger el rostro cuando una punzada de dolor le recorre el estómago.

Siempre se lo dijo su madre "Tay, cuando tengas un presentimiento no salgas de la cama" pero necio se había levantado esa mañana, dispuesto a hacer uso de su domingo de flojera en compañía de su amigo.

Él quería rentar una película, comer un poco de palomitas, tener una o dos sesiones de sexo relajante en la bañera (y ah como disfrutaba de eso) y después, cenar comida china. No pueden culparlo, es un hombre de gustos sencillos.

Pero algo andaba mal. Y lo sabía, desde la noche anterior cuando New lo alejó al quererse acurrucar para dormir y Tay tuvo que volver desnudo y herido a su habitación.

—El sexo entre amigos fortalece la amistad y confianza. —dijo New una mañana de domingo, leyendo en la tablet la nota en voz alta.

Tay lo supo desde ese momento. Algo iba muy mal.

Tal vez la forma en la que el sarcasmo escapó de sus labios cuando lo dijo o que su mamá le dijo que se quedara en cama si tenía un presentimiento y Tay en ese momento quería meterse bajo las mantas.

—Aquí lo dice. —New muestra al chico la tablet, donde a un artículo de alguna página médica que sigue el pelinegro está en la pantalla—. No me mires así, Tay.

Él lo mira con seriedad, casi con juicio y baja la lata de té para enfatizar dicha seriedad.

—¿En serio, New? —El pelinegro se apoya en sus rodillas, mirando a su amigo— ¿A qué viene eso?

New se encoge de hombros, volviendo toda su atención al aparato entre sus manos.

—A nada, sólo creí adecuado decírtelo porque ya sabes, tú y yo ahora somos más cercanos. —y una sonrisa burlona, pequeña, imperceptible, se dibujó en sus labios.

—Deja eso, New. Mejor dime qué sólo me quieres por mi cuerpo.

Aunque lo dijo al aire y tratando de aligerar el ambiente, para escudarse después en la lata de té, New no se rió como esperaba que hiciera.

—Ya, sí. —bloquea el aparato, dispuesto a entrar al departamento—Seguro es eso. Sólo te utilizo para follar.

—Hey, espera. —Tay entra detrás de él, dispuesto a encarar el mal presentimiento que crece en su pecho desde la noche anterior—. New, escucha.

—Lo hago.

—¡Yah, pero no así! —Tay lo toma de los hombros, para que se de media vuelta y lo mire cuando habla. Cuando New lo ve, alza ambas cejas—. Oye ayer me echaste de tu habitación antes de dormir y ahora esto ¿Qué pasa?

Sexo entre amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora