Un mañana sin aviso.

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¿Cómo conoció a ese hombre que le robó el suspiro y sus noches de sueño?

Nadie lo sabía, nadie supo cómo pero Taijū cambio y no para mal sino para bien.

.....


Una mañana de un díez de agosto en una iglesia tan poco concurrida, las campanas anunciaban un nuevo comienzo para los mortales.

Un sollozo, un lamento que el mismo Shiba no pudo ignorar.

Le molestaba que alguien estuviera llorando en la iglesia donde iba a rezar a la semana, cuando no iba los domingos.

- ¿Por qué?

Fue un pequeño susurro emitido por esa persona, un masculino de cabellera rubio que se aferraba a sus rodillas.

- ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me haz abandonado?

Le molestaba, la iglesia no era para reclamar tu pésima vida si no a pedir por aquellos para que encuentren la paz y felíz en el cielo.

Con algo de enojo y a pasos lentos se acercó al ajeno, tocando su hombro para que al menos viera que alguien más estaba ahí.

- Oye. - Habló. El contrario dejo de emitir algún sonido, encogiéndose más por la repentina voz. Tenía miedo, miedo de ser golpeando nuevamente y sometido contra su voluntad, miedo de que esa persona fuera como las demás y buscará hacerle daño tanto mental como físicamente.

- ... - Se quedó callado y en sus adentro rezaba para que esa persona no le hiciera daño, para que dios en toda su misericordia le diera una mínima esperanza y poder sobrevivir ante aquella situación tan mala que se le estaba presentado.

- Te estoy hablando.- Había tomado al rubio del hombro derecho para hacerlo girar y verlo mejor pero se detuvo a la mitad de su cometido. El sonido de un lamento le hizo alejar su mano, ¿Había presionado muy fuerte? No, tal vez... - ¿Estás herido? - ¿Alguien herido en la casa del señor? Imposible.

- ...

- ¿Acaso no vas a contestarme? - Exclamó.

- Si. - Contestó.

- ¿Si, qué? - Este mocoso...- Pensó.

- Estoy... Lastimado.- Se dió la vuelta, alzando la cabeza para poder ver a ese hombre que le había lastimado pero muy leve. Era alguien de iris color amarillo destellante y ese cabello bicolor, un tatuaje debajo de sus ropas que apenas y mostraba en su cuello... Era... - Lindo.

- ¿Ah?

- ¡Nada, nada! ¡No dije nada! - Agitó sus manos, negando con la cabeza las últimas palabras que su boca dijieron.

– Habla, ¿Qué te pasó?

– Una pelea, solo fue eso así que no tienes que preocuparte – Murmuró para si mismo, era raro contarle sus problemas a un desconocido dentro de una iglesia.

– No me preocupo. Solo me molesta que culpes a otro por tus problemas, además de que estás sangrando y hecho un desastre, pequeño delincuente.

– Hanagaki.

– ¿Eh?

– Me llamo Hanagaki Takemichi.

– Hanagaki... Bien.– Sujeto al ajeno del brazo, jalando para poder sacarlo de la iglesia en dónde se encontraban.

Al salir lo único que vio fueron las nubes blancas adornando ese cielo azul, por primera vez ese azul que hacía contraste con sus ojos.

– ¿Qué estás mirando? Sube – Taijū, quien se encontraba en su motocicleta observó a Hanagaki quien se perdió por un momento en la vista de ese cielo común.

«TaiTake - Os»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora