—Vamos, muévete —el bardo sentía los fuertes brazos de su amigo empujando su espalda para que avanzara.
Con su laúd en mano, hermosas poesías y canciones en mente junto con un corazón sosegado, caminaba con una alegre sonrisa para ayudar a su amigo y conquistar al dueño de sus suspiros.
Las calles empedradas, típicas de la Edad Media, se llenaban de enorme regocijo cuando la noche caía. La música, acompañada de un excelente vino nunca faltaba y siendo iluminados por las antorchas, la fiesta nunca paraba.
Celebraban una victoria más para ellos, las conquistas estaban siendo exitosas para sus guerreros, quienes salían en busca de preciosas mujeres y pasar una noche en la cama inolvidable.
—Ya, ya, dime dónde está e iré por mí mismo —sonrió mostrando sus grandes dientes delanteros.
—Es ahí, Jungkook, tengo miedo de que me rechace —susurró sobre su hombro.
La casa hecha de piedra era enorme, al frente tenía una escalera un poco curva que guiaba a la puerta de madera oscura.
—Eres de gustos extravagantes, gran amigo Froilán —le dijo. Si la conquista era un éxito, no debía conformarse con unas simples modenas, ¿o sí?—. Cuando se casen quiero que me invites al banquete, tocaré para ustedes si me dan vino y alimento.
—¡Claro que lo haré! Ahora toca.
Jungkook rió.
Los primeros acordes salieron de su preciado instrumento, las notas melodiosas captaron la atención de personas dueñas de hermosos sentimientos. Así lo creía Jungkook, si la gente se detenía para escuchar todo lo bello que tenía por decir, era por el despertar de su pasión hacia su arte.
Era esplendido para Jeon ser el motivo por el que sus pechos bailaban de emoción. Así que comenzó.
Su suave voz era llevada a cada rincón del pueblo mediante la brisa ligera, entregando la cálidez que faltaba en aquel frío otoño.
Seguía y seguía como de costumbre, hasta que algo lo detuvo. Fue como si sus brillantes ojos acabarán de presenciar un milagro, sus pupilas se dilataron. Quizás fueron las copas de más que tenía sobre el cuerpo o el sentimiento que cantar le causaba, pero su corazón saltó. Llevó una mano a su pecho para tranquilizarlo, su laúd cayó y la calle se envolvió en un silencio.
Cuando lo vio, no supo definir su sentir, tampoco entendió lo que le pasaba a su cuerpo por primera vez en mucho tiempo, pero rente a él tenía al hombre más bello del mundo.
—¿Jungkook? —Froilán vio el instrumento, su amigo jamás lo soltaba, comía, bebía y dormía con él; entonces porqué estaba roto en el suelo.
—¿Por qué te detienes?
Sus ojos se dirigieron al dueño de la voz, apenado por tenerlo al frente, haciéndolo esperar.
—Y-yo le traje esto —extendió una rosa hacia él—. Joven Taehyung, si me permite dedicarle unas palabras, haré que su corazón me pertenezca.
—¿Él está bien? —preguntó preocupado al notar que el otro sujeto no le quitaba la vista de encima.
Froilán tomó el laúd.
—Lo está —lo quiso entregar al dueño, pero este lo rechazó, apartándolo con su mano y haciendo caer de nuevo el objeto.
—¿Taehyung? —se acercó a la escalera, encantado. El contrario asintió con una sonrisa—. El propietario del corazón de Froilán... y-y ahora mío.
Ambas manos yacían en el pecho, resguardando con miedo su corazón acelerado, pues podría salir en cualquier momento para ir a conocer su nuevo dueño.
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My You | [Terminada]
FanfictionUn bardo apasionado que no le dedicaba sus canciones y poemas a nadie, hasta que conoció al buen Kim Taehyung, el enamorado de su gran amigo Froilán. El corazón le robó y sus poemas siempre le dedicó. *Historia corta de tres capitulos. *No se permit...