La suciedad.

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La comisaría era un verdadero caos. Un asalto en el centro de la ciudad, un hombre quejándose por una demanda por violación atascada desde hacía meses -la víctima había sido su hija- La reciente desaparición del perro de una mujer y lo frustrante que resultaba la prensa tan pronto en una escena del crimen.

“Maldición, hace casi 15 minutos recibimos la alerta del cadáver y esos carroñeros ya están ahí” se quejó el Jefe. “Contaminan toda la puta escena y luego nos culpan a nosotros cuando las cosas salen mal”

Casi nunca hacían alboroto por un asesinato, es una ciudad grande, son cosas que pasan; diría cualquier persona con una placa y algo de poder para elegir no hacer nada. Lo que le molestaba al jefe no era la complicación en el caso; era tener que abrir uno por la atención que recibiría gracias a la prensa.

«Es el cuarto»

En tan solo 6 semanas era el cuarto asesinato así. Eso no tendría nada raro en una ciudad tan grande como está, con tantos grupos de personas y armas circulando con poca o nada precaución. Y de hecho, durante estas semanas había habido más asesinatos, cosas comunes -dentro de lo que cabía – pero hay algo en especial de estos cuatro que me dejan intrigada.

No había absolutamente nada en común entre ellos; las víctimas no tenían un parecido físico; eran de diferentes grupos sociales; provenían de diferentes lugares y residían en puntos opuestos de la ciudad. Nada indicaba un posible asesino serial

Sin embargo, ahí estaba.

La chica de las noticias estaba hablando de una escena del crimen; un asesinato, tenía aproximadamente 10 minutos transmitiendo la noticia y en este punto solamente estaba diciendo las mismas cosas con diferentes palabras, dando vueltas para hacer una noticia con la nula información que había. Pero yo ya no estaba escuchando, me había quedado atrapada en el breve vistazo del cadáver del hombre en el suelo, pobremente cubierto por una manta detrás de ella.

Una correa en su muñeca.

«Te tengo»

°°°°°
“Por favor, Gallace. Si vuelvo a hacer esto por ti y me atrapan, estaré en serios problemas” dijo con un suspiro cansado Alan, el forense de la comisaría.

“En realidad no es tan difícil, yo solamente quiero ver la información. Simplemente hay algo aquí que no me deja tranquila, y necesito revisarlo o puedo perder la maldita cordura. Por favor, Alan. Sabes que llevo años detrás de una oportunidad así “

Alan me miró pensativo. Sabia que si era difícil y el sabía que yo sabía.

Darme lo que le pedía implicaba abrir documentos de 3 casos archivados de homicidios en casi dos meses.
Eso inevitablemente crearía preguntas si se daban cuenta, los llevaría a el, que me llevaría a mi; una policía mujer de 32 años, que aunque llevaba 7 años ejerciendo en la ley, aún era considerada una novata. No solamente eso, una “novata” que llevaba años detrás del puesto de detective.

En este punto cualquier esfuerzo mío era considerado desesperación, con datos infundados y solamente una escaladora.

Alan lo sabía, y todos lo sabían. Aún así, el dijo;

“Está bien, joder. No preguntes porque estoy aceptando, porque no tengo idea” jadeó exasperado mientras se deslizaba en la silla de ruedas al otro lado de su oficina. “Te juro que si me despiden por esto voy a hacer que me mantengas por el resto de mi vida”

“Eres la mejor persona que he conocido y te amo, con gusto te mantendré y serás mi lindo esposo trofeo” exclamé con las palmas juntas para hacerle una pequeña ovación de pie

Alan rodó los ojos y tomo sus llaves de una repisa, indicándome silencio y abriendo la puerta de su oficina. Iríamos al archivo.

°°°

“¿Exactamente qué estás buscando aquí?” susurró Alan en mi oído.

“Es solo algo que me llamó la atención mientras veía la noticias hace un rato…” le respondí distraída leyendo la escasa información del primer cadáver.

Un hombre de 34 años, Michael Evans. Casado y con hijos. Lo habían encontrado en un callejón a 2 calles de su casa. No había nada llamativo al respecto, caminaba a casa del cuando probablemente lo asaltaron. Su celular no estaba. Pero su cartera sí.

No había sospechosos; La esposa estaba en casa con los niños. Sin amantes conocidos. El mejor amigo se había ofrecido a llevarlo a casa después del bar, ya que el no había tomado tanto.

Solo eso, la declaración de esas dos personas. Apuñalado en un callejón, demasiado ebrio para defenderse o gritar.
Las posibilidades de encontrar a un asaltante eran prácticamente inexistentes. Caso cerrado.

Excepto que no. Excepto que la autopsia que la esposa había pedido, revelaba una puñalada muy descuidadamente sádica.

No había sido un cuchillo, había sido algo muy largo y muy filoso que había atravesado el pulmón, todo el camino hasta el bronquio y las arterias bronquiales. Se había ahogado en su propia sangre hasta la muerte.

Pero eso no era muy relevante, era prácticamente imposible lograr algo así premeditadamente. Sobre todo en un callejón oscuro, bajo la presión de las casas a solo unos metros.

“¿Hay fotos de el?” pregunté, recordando lo que me había traído aquí. “Ya sabes, nada gráfico. Tal vez algo donde se vea lo que tenía consigo. Si usaba un reloj o una correa, algo así” mencioné distraídamente.

Alan parpadeó “De hecho, si. Es lo único que llevaba con el. Una pulsera tipo correa “  observó, mientras buscaba las fotografías en la carpeta.

Ahí estaba. Una correa en su mano izquierda, de cuero negro con un pequeño símbolo.

“Creo que…”empecé a decir, antes de que una bramido furioso interrumpiera.

“¿Me puedes explicar que carajo está haciendo aquí una policía sin autorización y el forense que debería estar investigando la nueva escena del crimen?”

Alan y yo dimos un respingo, girando a la puerta, dónde el Jefe nos observaba muy molesto y francamente cansado

“Mierda” juró Alan.

«En efecto, mierda».

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2022 ⏰

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