Uno

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Cuatro niños se encontraban en la parada del tren, despidiéndose de su madre, cuya intención era proteger a sus hijos de la guerra que se aproximaba.

-Papá no nos obligaría a irnos - reprochó el Pevensie más pequeño, con una cara de disgusto.

- Si papá estuviese aquí , no habría guerra- le contesto su hermano mayor, harto de sus berrinches.

La madre Pevensie se dirigió a su hija llamada Lucy, la menor de los cuatro, Lucy era una niña de apenas 7 años, su cabello rojizo que tenía hasta los hombros se confundía con el castaño, su rostro era tan pálido como el de su hermana, tenía ojos grandes color miel que con sus cachetes hinchados la hacían ver cómo la niñas más tierna del mundo.

-¿Te abriga? - le pregunto su madre mientras acomodaba su saco. Acto seguido , la niña asiente.

Luego se acerca a su hijo menor, Edmund, un chico pelinegro, de 11 años, su rostro estaba repleto de pecas y contenía unos ojos grandes color avellana , al cual le da un beso y un abrazo de despedida. Este no responde y se quita de los brazos de su madre, con cara de disgusto.

Seguido a esto, se acerca a su hija mayor, Susan, una chica de unos 12 años de edad, con cabello castaño tirando a azabache, piel pálida como un papel y hermosos ojos azules.

-Cuidate Susan y pórtate bien- le dijo a su hija mayor, al borde de las lágrimas. Está asiente tristemente mientras la idea de que a su madre le pase algo rodaba por su cabeza.

Por último la señora se dirigió a su hijo mayor , Peter. Peter es un chico muy lindo, tiene piel pálida y suave, su cabello era rubio natural y lucía ojos hermosos color azul. Con respecto a su carácter es un chico muy decidido y orgulloso tanto que a veces llegaba a ser insoportable.
La señora Pevensie abrazaba con fuerza a su hijo mientras que el le correspondía.

-Cuídalos, Peter. Por mi- le pido .

-Claro, mamá. No te preocupes -Le respondió.

- Buen hombre - le dijo, orgullosa, a lo que Peter se limita a responder con una sonrisa triste.

-Última llamada para los pasajeros del tren 1870 -
Sonó de los altavoces de la estación, era hora de partir.

Su madre los vio por última vez guardando esa imagen como si de una cámara se tratase. Sus cuarto hijos la saludaron a la distancia sacudiendo la mano.

(....)

Por otra parte, ___ Brown, una niña de once años, comenzaba su día como cualquier otro en la mansión Diggory.

-¿Señorita Brown? ¿Se puede?- preguntó una voz anciana y femenina.

- ¡oh! Señora Mcready. Claro, pase. ¿Que se le ofrece?- Preguntó la niña.

-Es su padrino, la necesita en la oficina.- Le informó.

- ¿A mi? Claro, ahí estaré, solo deme un momento- Contestó __ con cierta inquietud.

- Bien, le avisaré .- Dice la señora Mcready para luego marcharse de la habitación.

Perspectiva de ___

Se me hacía muy raro que mi padrino me quisiera en su oficina , pues no suele llamarme a menos de que sea algo muy importante. Así que sin más vueltas me vestí y me dirijo a su oficina con nervios.

"Tok Tok "suena la madera rígida de la puerta al sentir contacto con el puño de ___

- ¿Abuelo? - Llamé a la puerta.

-___, querida - dice el señor- siéntate, cariño. ¿Cómo has estado?- preguntó

- Bien, gracias abuelo.- contesté con una sonrisa -Me dijo la señora Mcready que me necesitabas-

Las Crónicas De Narnia : El León, La Bruja Y El Ropero - Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora