Escenarios +18 con los hombres de SNK.
•Todos los personajes pertenecen a Isayama.
•Lean el primer apartado para enterarse sobre las actualizaciones pedidos y dinámicas.
Dedicado a la persona que me pidió un OS de Armin estudiante.
Es uno cortito pero lo justo para estar en un salón de clases.
Recuerden que esto es pura ficción, ustedes usen protección 😡
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¿Qué haces para hacer las clases menos aburridas?
Yo le mando notitas a Armin, mi novio y compañero de clase. A pesar de no ser muy fan de las relaciones amorosas dentro del salón, es increíble tener a mi rubio favorito cerca.
"Que guapo te ves hoy, ya quiero que salgamos de la escuela" escribí sobre un pedazo de papel, lo hice bolita y se lo pasé a mi novio, quien estaba a mi costado prestando atención. Me volvía loca la vista que tenía de Armin; su cabello rubio ligeramente alborotado, sus ojos azules mirando al frente y ni hablar de sus labios carnosos entreabiertos que me hacían recordar los suaves pero apasionados besos que suele darme, eso sumado a la corbata azul marino y su camisa blanca remangada que dejaba ver parte de su antebrazo. Todo él era perfecto.
Al leer la nota, Armin me miró de reojo y sonrió cerrando los ojos, anotó algo para después devolverle la nota.
"En el salón 103, después del entrenamiento" Recibí como respuesta.
Palideci un poco al saber a lo que se refería.
El resto de las clases no pude dejar de pensar en el salón 303, ese que, desde hace unos meses se había convertido en nuestro lugar, pues era una habitación olvidada donde arrojaban las butacas y escritorios que no servían o tenían algún defecto.
Cuando estuvimos en el entrenamiento, solo me hizo desear más la hora en la que por fin fuera a tan esperada aula, todo porque pude ver al ojiazul entrenar arduamente en el gimnasio de la escuela. Cada cierto tiempo, cuando nadie lo veía, me miraba de pies a cabeza y mordía su labio inferior por dentro.
Finalizando la rutina, mientras él se daba una ducha yo decidí adelantarme.
Piso 3, salon 303.
Entré y dí un recorrido por todas las bancas y escritorios encimados, me senté a esperar en una de las butacas de madera al fondo, junto a otras mesas donde cabían dos o más personas. A cada segundo mis ansias por besar a Armin crecían. Mi parte favorita era recordarlo con el sudor recorriendo su frente y jadeando por el esfuerzo al hacerme gozar en su cama, auto o el salón olvidado.
–¿En qué piensas?– preguntó recargado en la puerta.
Tenía el cabello húmedo, su camisa con los primeros dos botones desabrochados y su mochila colgando de un solo hombro.
–En ti– sonreí levantándome – Y en lo mucho que me gusta verte desde abajo.
–¿Solo desde abajo?– arqueó una ceja acercándose a mi.
–Armin, hoy has estado... Diferente– dije dando un paso atrás.
Este no era el Armin tierno de siempre, la que empieza todo esto siempre soy yo.
