Capitulo 4

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Omnisciente.

Llegaba a su casa, sintiendo el peso en su cuerpo del cansancio no solo físico sino también emocional, todo por la llegada de cierta persona a ese lugar. Es que esa mujer había puesto al pueblo de pies arriba, con sus órdenes, sus palabras pero sobre todo con la autoridad que emanaba cada vez que se dirigió a las personas.

Siempre supo el potencial que Lauren tenía, y que si se proponía algo lo iba a conseguir, razón por la cual no le sorprendía tanto que estuviera en ese cargo el día de hoy, lo que sí le sorprendía era que viniera a su pueblo a fiscalizar. Por un momento pensó que era solo para fastidiarla a ella, pero al ver la cara de impresión de las personas que trabajan con ella, como él mismo alcalde y sobre todo como escuchó que había estado en otros lugares supo que Lauren no lo había planeado, solo había sido coincidencia.

Y le costaba entender como la vida después de tantos años la traía devuelta, siempre molestaron de que si alguna vez se dejaban iban a reencontrarse en algún momento, pero nunca creyó después de todo que las cosas iban a ser de esa forma, menos que Lauren llegaría a la puerta de su oficina, luciendo esos trajes femeninos como una mujer madura, con su tono de voz un poco más grave que antes, reclamando cosas del servicio.

Nunca pensó que algo así podría suceder, pero sucedió y desde que la vio solo podía mantener su formalidad, porque ella no rompía sus promesas, tratos y sobre todo porque en el ámbito que estaban no podían mostrarse de otra forma tampoco. Pero sobre todo no quería dejarse ver vulnerable ante ella, siendo dos dias de los más estresantes en el último tiempo, más cuando la misma Lauren intentaba romper eso, haciendo como si nada, como si ochos años no hubieran pasado en sus vidas.

-Pensé que llegaría más tarde Camila.- dijo la mujer de edad algo mayor, pero la única que le radiaba confianza para esa labor tan importante.

-Creí lo mismo, pero al menos las reuniones no se han extendido... ¿Sofia no ha venido a reemplazarla?.- cuestionó dejando sus cosas perfectamente ordenadas en el closet de la entrada de su casa.

-Iba a llegar en unos minutos, le dije que yo no tenía problemas en quedarme un rato más, pero ella ya debería estar por llegar.-

-Gracias Maggie.- le sonrió suavemente. -¿Como estuvo Mat?.-

-Esta ahora durmiendo una siesta, pero según las profesoras se portó muy bien y conmigo usted sabe, ningún drama, aunque antes de dormirse pregunto por usted como siempre.-

-Mi bebe.- murmuró caminando a la cocina sirviéndose un vaso de jugo. -Ire a verlo, si quiere puede irse.-

-Gracias Camila, y sabe que para lo que necesite.- le sonrió amablemente.

Camila asintió, dándole un leve abrazo a la mujer para ir a ver al pequeño que aún dormía en la cuna, sonrió al instante, pasando al baño primero para hacer pis y lavarse las manos, volvió donde el acariciando sus mejillas con una sonrisa amplia.

Era increíble como se parecía tanto a ella, sus facciones, su nariz, sus ojos, hasta en la forma de dormir, lo único diferente era su cabello, algunos rizos leves de color negro, sonriendo levemente. Amaba a ese pequeño con todo su alma, era su razón de vivir, y como alguna vez se prometió a sí misma era lo que más quería.

-No duermas mucho rato que después no dormirás en la noche.- murmuro dejando un beso en su frente para ir a su propia habitación cambiándose de ropa por algo más cómodo.

Tomó asiento en la cama, aún pensando en la propuesta e insistencia de Lauren, en el fondo sabía que irse a tomar un café con ella no era lo más grave del mundo, pero no podía, y tampoco quería romper sus propias promesas, a pesar de que por un momento estuvo apunto de decirle que si como muchas veces en el pasado, logró negar su invitación dejando a la mujer atrás.

El pasar del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora