Capítulo 3: Final

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Newark, Nueva Jersey 

Lunes 13 de julio 2020


-Regresa conmigo cariño, vamos a casa- con una dulce mirada llena de amor, él tomaba su maleta con una mano y con la otra acariciaba su mejilla.

Candy estaba perpleja, no podía creer las palabras que salían de la boca de su amigo ¿Estaba enamorado de ella?

Antes de su hospitalización, a él lo veía como un hombre superficial con terror al compromiso con quién se divertía intercambiando charlas sin importancia, pero cuando ella regresó del hospital, fue testigo de lo que seguramente casi nadie sabía: Terry Grandchester era un ser humano caritativo, amable y cariñoso que nunca dudó en brindarle ayuda a una casi desconocida. En esos meses viviendo en su casa, quizás demasiado aislados, quizás por el sentimiento apocalíptico de la situación mundial: Terry se había abierto con ella, cómo quizás nunca lo hizo con nadie y eso era algo que ella apreciaba y atesoraba. ¿Que si a ella le gustaba? ¡Claro que le gustaba! A qué mujer con la mínima capacidad visual no podría gustarle Terry, pero, su amistad era tan perfecta que el miedo de perder todo lo que habían construido esos meses la invadió.

-Terry, es hora de que yo regrese a mi casa, este tiempo viviendo contigo ha sido maravilloso, pero...

- Ya no digas más, por favor- él volvió a depositar en el suelo la maleta de Candy.

- Terry...

- Entiendo perfectamente lo que me vas a decir después: es que "me quieres como amigo", es más que somos como "hermanos" ¿no? Que no soy yo, eres tú y demás pretextos. Ya Candy, deja las cosas como están...yo mismo he usado esos argumentos para deshacerme de un compromiso que vaya más allá de permitir que alguien amanezca en mi cama.

Él talló su cara con clara frustración y se dio la vuelta apesumbrado, pero la rubia fue más rápida: rodeándolo se plantó en un movimiento ágil enfrente de él asiéndolo con ambas manos de la parte frontal de su camiseta obligándolo a bajar el rostro a su altura y dándole un breve beso en los labios.

Terry quedó estupefacto y feliz de tan agradable sorpresa.

- Terry me gustas, me gustas muchísimo, te quiero y no como amigo o como hermano, te quiero como el hombre fabuloso que eres.

Él sonreía infinitamente feliz, la tomó por la cintura con una mano y con la otra acariciaba su cara pecosa mientras ambos se veían a los ojos.

- Cariño, tú y yo hemos vivido muy de cerca lo frágil que puede ser la vida. No solo me gustas mucho, sinceramente creo que estoy enamorado de ti. Por favor: sigue viviendo conmigo Candy.

Ella lo observaba absorta, muy al principio no había querido reconocer que él realmente había logrado entrar en lo más profundo de su corazón. Primero culpó a ese sentimiento de vulnerabilidad que había aparecido después de su estancia en el hospital, después creyó que era agradecimiento porque él la cuidó con tanto esmero cuando solo eran un par de desconocidos que vivían uno al lado del otro, pero al final lo supo: ellos eran almas afines que se encontraron en una complicada casualidad y que la química y el entendimiento entre ellos fluía demasiado fácil.

Podían hablar de cualquier tema, podían abrir su corazón sin temor, podían estar por largos periodos sin hablar haciéndose mutua compañía y viviendo juntos no se dieron cuenta de cuánto se querían y aún no tenía tan claro de cuándo fue que ella también se había enamorado de él.

- No te vayas de casa Candy.

- Quiero ir despacio...

- Prometo ser más lento que un cortejo victoriano, además si te soy sincero aún me daría miedo que tus pulmones colapsaran en una simple folladita mía, ya sabes, soy todo un tigre en la cama...-Terry le hizo un guiño al mismo tiempo que tenía esa maldita sonrisa cínica ladeada.Candy abrió sus ojos desmesuradamente ante semejante comentario riendo a continuación de manera escandalosa.

Confiando en extrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora