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Jisung estaba nervioso, muy nervioso la verdad.

Miraba por la ventana, reconociendo cada una de las calles que había recorrido tantas veces cuando era un adolescente, la emoción cosquilleaba en la punta de sus dedos, haciendo también que su ansiedad por llegar de una vez aumentara. Sabía que estaba haciendo una locura, ¿qué tal si el chico ya no vivía más ahí? o ¿qué tal si no le emocionaba verlo de nuevo?  Negó tratando de dispersar esos pensamientos negativos, tratando de llenarse de buena vibra, estaba tan feliz de por fin estar en casa.

Dos años y medio habían pasado desde que dejó la ajetreada Seul para irse a estudiar a Malasia. La grandiosa oportunidad llegó cuando recién terminaba sus estudios en la preparatoria, había aplicado para la beca dos años antes de recibir la noticia de que había sido aceptado, por lo que fue una sorpresa enorme para él cuando recibió el correo de la institución dándole las buenas nuevas. A pesar de que fue increíble saber que fue tomado en cuenta después de todo ese tiempo esperando, se le hizo difícil tomar la decisión de irse, porque además de dejar el país estaba dejando atrás a su familia y a su amor.

Sin dudas lo más difícil fue su ruptura con Minho, aunque fue una decisión que partió de él, no quería sentir que estaba atando a su actual novio a una relación de la cual desconocía el futuro, quería dejarlo libre mientras no estuviera. Pero a pesar de estar  todo ese tiempo separados, y haber intentado salir con otras personas, nunca llegó a nada serio, Jisung jamás dejó de amar a Lee, entonces supo que él de verdad era el amor de su vida y que en su corazón no podría entrar nadie más.

Ahora estaba allí, en un taxi frente a su casa.

Con las manos un poco temblorosas le pagó al taxista y le agradeció de forma amable pero apresurada. Todavía nervioso salió del auto, tomando una bocanada de aire para tomar fuerzas.

La casa de los lee seguía con la misma fachada, un hermoso y pequeño jardín, solo había cambiado el color de sus paredes, sintió la nostalgia de solo volver a estar allí. Arregló su abrigo con las manos, asegurándose de no tener ninguna migaja de lo había comido en el camino y eliminando cualquier arruga, tomando fuerzas se acercó y tocó el timbre de una vez por todas.

Espero pacientemente jugando con sus dedos cuando vio la puerta abrirse, y detrás de ella una señora de edad de baja estatura, con su hermoso cabello lacio y aquellas fracciones que tanto le recordaban a Minho.

— ¿Jisung? —dijo esta con sorpresa al verlo allí.

Jisung le sonrió levemente e hizo una reverencia en muestra de respeto hacía ella.

—Buenas tardes, señora Daemin —saludó, recordando como la señora Lee le exigía que la llamara por su nombre, porque así se sentía más cómoda.

Ella le devolvió la sonrisa de forma sincera también.

—Que gusto verte de nuevo, querido —devolvió el saludo — . Viniste de sorpresa ¿no es cierto?

El menor asintió, un poco avergonzado al ser descubierto, aunque suponía que era obvio, antes rara vez tocaba el timbre porque siempre estaba Minho esperando por él ahí junto a la puerta.

—Eh, sí, lamento no haber avisado, apenas llegué ayer a la ciudad pero quería sorprender a Minho, así que solo vine —contestó rascando su nuca.

La señora asintió.

—Sí, pude suponerlo —respondió la mujer —. Pero querido, Minho ya no vive con nosotros, veo que no te lo dijo.

Oh, por supuesto, había olvidado mencionar el detalle de que Minho y él no se hablaban desde hace un año y algunos meses.

Fue el mismo Minho que le había pedido mantener esa distancia meses después de que había llegado a Malasia, ¿la razón? Aún no lo superaba y sentía que hablarle todos los días como era de costumbre no le ayudaría a seguir adelante.

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