tres

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No había tenido paz en sus pensamientos en ningún momento desde que Jisung dejó su casa. Frustrado revolvía su propio cabello, porque no era lo único que estaba revuelto desde que vió al pelinegro después de tanto tiempo, sus sentimientos al parecer también lo estaban.

Pero no estaba dispuesto a dejarse vencer por sentimientos pasados, los cuales pensaba que ya había enterrado.

No había sido fácil para él, cuando Jisung le dijo que se iría su primer impulso fue detenerlo, decirle que por favor no lo dejara, pero luego de pensarlo detenidamente y hablarlo con otras personas decidió dejar sus sentimientos egoístas de lado, él no podía ser la piedra en el zapato de Hannie, tenía que dejarlo cumplir sus sueños y metas, porque lo amaba necesitaba hacerse a un lado, por lo que terminó aceptando el que se fuera y además de ello, su ruptura, porque él en ese momento podría jurar que si Jisung le decía que lo esperara él lo haría.

Sin embargo, los miedos del menor hablaron más alto, y por no saber lo que les deparaba en un futuro creyó que la decisión correcta era terminarle y él lo entendió, siempre lo hizo.

Los primeros meses se aferró a hablarle por mensaje para sentir que lo tenía cerca, pero al notar que le hacía más daño que otra cosa, prefirió pensar en sí mismo y en sus sentimientos, tenía que soltar a su ex, tenía que avanzar. Al principio solo quería estar en su cuarto encerrado, comiendo para ahogar las penas mientras miraba cualquier anime que le hiciera dejar de pensar por unos minutos, fueron semanas de mucho sufrimiento. Luego empezó la universidad, y por su propio bien se determinó a salir del hueco en el que se había metido, con sus ganas de salir adelante, la mente ocupada la mayoría del tiempo y la ayuda de sus amigos por fin sintió que comenzaba a superarlo.

Comenzó a salir con más personas, o por lo menos lo intentó, pero no pasaba más de encuentros casuales para divertirse un rato, nadie le parecía lo suficientemente interesante y se sentía bien disfrutando su soltería luego de un año y medio, su corazón estaba sellado, hasta ese momento.

Después conoció a Hyunjin, todo comenzó como una simple amistad que poco a poco fue tornándose en algo más, el menor fue el primero en demostrar sentimientos a los que Minho se resistía dejándolo un poco triste, aún así no se rindió y siguió intentando que su hyung lo viera como algo más, tanto que con el correr de los meses Lee ni siquiera se dio cuenta de en que momento el rubio comenzó a rondar por más tiempo en su cabeza, había logrado colarse en su pecho lo suficiente como para querer ser algo más que su amigo.

Hyunjin no temió salir lastimado, de verdad dio todo de sí para ganarse el cariño de Minho.

Y por fin, después de luchar por tanto tiempo Minho sentía algo diferente, estaba bien, estaba feliz, pero la llegada de Jisung había puesto todo de cabeza con solo unos minutos de volverse a ver.

Lee no quería permitir que todo su avance se derrumbara, y en un impulso salió de nuevo de su casa, rumbo a la casa de su novio.

Estando frente a la puerta lo pensó un momento, había sido todo tan rápido, estaba debatiéndose en el sofá y al otro segundo había tomado un autobús que lo dejó en la calle que vivía Hyunjin, y allí estaba ahora, preguntándose si era bueno tocar el timbre con todos esos sentimientos a flor de piel.

Pero mandó todo al carajo, presionando su dedo sobre el botón y segundos después escuchando un "vooy". Luego de ello escuchó unos pasos apresurados y la puerta se abrió. Ahí estaba el ahora castaño, con su pelo atado en una coleta, un delantal lleno de pintura al igual que sus manos y una cara sorprendida de ver a su novio ahí.

— ¿Min? —se hizo a un lado de inmediato dejando al mayor entrar y cerrando la puerta con el trasero, evitando mancharla con sus manos —. No sabía que vendrías.

Déjà vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora