Epílogo

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Aquella mujer que estaba al lado de Kocoum había llegado antes

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Aquella mujer que estaba al lado de Kocoum había llegado antes. Estaba con la respiración agitada, su cabello rizado con algunas hojas enredadas y su mirada buscaba entre todas las personas alguna cara familiar.

Hasta que vio a Pocahontas sentada con sus piernas abrazadas y su rostro oculto entre ellas. Camino a paso rápido y supuso que Smith estaría dentro de aquella tienda de campaña, antes de entrar puso su mano sobre su cabeza.

– Tranquila ... – sonrió con ternura al mirarla a los ojos – todo estará bien –

– Ailati... – Pocahontas estaba sumergida en mucha tristeza y angustia, ella no quería que alguien saliera herido. Ella no entendía cómo las personas pueden llegar a ser dominadas por materiales, no podía entender lo que ese extraño mundo pensaba.

–¡Pocahontas! –

– Kocoum –

El verlo la hizo sentir culpable. Su padre los había comprometido y ella tendría que cumplir con su pueblo. Durante ese tiempo había descubierto y conocido su sueño, comprendido la verdad que los espíritus le indicaron, pero su corazón ya tenía una decisión.

– No te preocupes, ella salvará su vida – Ella miró con atención a su prometido. Nunca había escuchado que su voz sonara tan cariñosa, nunca había visto su sonrisa y mucho menos aquella mirada de amor al hablar de ella.

– ¿Acaso tú y ella? –

– Quería decirte esto, pero después de arreglar todo entre nuestro pueblo y ellos – Kocoum dejo que la briza del viento le acariciara y se llevará todo lo que alguna vez sintió. – Decidí romper nuestro compromiso... –

– ¿Qué? – La sorpresa la tomó desprevenida

– Tu padre supo entender el porqué y yo comprendí que tu corazón nunca me corresponderá – iris negro y marrón luchaban por descifrar el significado del otro.

– Padre dijo eso . . . –

– Sí... yo decidí formar una familia con Ailati. – otra vez él volvía a sonreír al mencionarla – Ella es una mujer simple y que sabe curar el daño del pasado –

– Entiendo. . . – miro el paisaje y como los hombres acomodan varias cosas en el barco – Kocoum... es la primera vez, en mucho tiempo, que veo en ti tanta felicidad y amor, me recuerdas a cuando éramos niños –

– jajaja ... Aquellos tiempos eran mágicos –

– Me siento celosa y no sé por qué ... –

– Que los grandes espíritus sepan guiar tu camino Pocahontas –

– Igual para ti, Kocoum – Ambos se dieron un abrazo de despedida, estuvieron así por un rato para luego separarse y cada quien seguir su camino. Ella esperando que el hombre dueño de su corazón se salve y él esperando a su amada mientras salva una vida.

Una gran hoguera se ubicaba en el centro de la tribu, alrededor de ella danzaban hombres y mujeres. Algunas de ellas buscaban a los hombres blancos para que se unieran al mismo ritmo, la comida abundaba y todos cantaban con fulgor.







Habían esperado tres meses para poder realizar la celebración. Festejaban que la paz se mantenga y agradecían a los espíritus de no perder a ningún ser queridos. Mientras que el grupo de Smith había agradecido a su señor por que todas sigan con vida y con buena salud.

Smith miraba con admiración y asombro una fiesta. Nunca conoció como festejaban las otras tribus que supo conocer en sus anteriores viajes, una molestia e incógnita se genera en él.

– ¿Qué pasaría si yo hubiera entendido su lengua? –

– Seguramente te harían casarte con una de sus hijas – La voz del jefe powhatan lo sacó de su mundo y se paró con rapidez para recibirlo. – No te preocupes, eres un invitado nuestro –

– Gracias por todo lo enseñado –

– Fue Pocahontas que te enseño a romper aquel pilar que no te dejaba ver más allá de lo que ya conoces –

– Si... –

– Yo también aprendí mucho de ustedes con Ailati –

– Jamás olvidaré la mujer que me salvó la vida – estaba más que agradecido por como logro curarlo y evitar que se infecte en aquellas condiciones.

– Estoy seguro que sí –






– ¡Kocoum deja de alimentarme! – Ailati estaba feliz de que su esposo cuidara tan atentamente de ella por su estado, pero si seguía comiendo así estaba segura que rompería la cama.

– Hijo escucha tu esposa – La madre de Kocoum estaba muy feliz de tener una nuera con tanto carácter – Y tampoco es bueno que coma tanto, recién son tres meses –

– Madre solo quiero que se alimenten bien, tanto ella como nuestro hijo –

Ailati inflo sus cachetes y cruzó sus brazos sobre su pecho – ¡lo único que lograras es que rompa la cama por el peso de uno y no como paso antes que era por el peso de dos! – con ello su rostro se sonrojo a más no poder. La familia de Kocoum reía a todo pulmón y su marido tenía una sonrisa de medio lado.

– Ailati, acerca tu oído – con la mirada baja por la vergüenza y aun con las risas de fondo se acercó a él – Te amo... – observo como su ahora esposa empezaba a tener un camino de lágrimas, así que tomó su rostro con ambas manos y juntó sus frentes.

– Y gracias por hacerme tan feliz y lleno de vida –  











– Y gracias por hacerme tan feliz y lleno de vida –  

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La intrusa de la película Donde viven las historias. Descúbrelo ahora