Desde que éramos pequeños, a mi hermano y a mi nos gustaba jugar en el bosque que rodeaba nuestra casa. Era como un pequeño escape de los problemas del día a día, la escuela, los deberes...
Cuando mejor se veía el bosque era en otoño. Este se tornaba de un tono rojizo que quedaba precioso. Usábamos las hojas para amortiguar la de caídas que teníamos por estar constantemente saltando de árbol en árbol, sobre todo yo. Siempre acababa con alguna herida y era mi hermano el que me tenía que llevar a casa a que me curasen.Esta casa la construyó mi padre cuando se casó con mi madre, y en ella guardo los mejores recuerdos de toda mi vida.
Dios, como echo de menos aquellos tiempos.
A veces me pongo a caminar por los alrededores, pensando en quienes éramos por aquel entonces. Todo era mucho más fácil.
Ahora todo carece de sentido.
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NeverEverLand
Ficción General" Muchas veces siento como si alguien me hablase, desde la oscuridad más profunda de mi ser "