Epílogo

101 20 6
                                    

Despertó en medio de la noche, temblando de frío. El clima era bastante agradable y tenía una frazada cubriendo su cuerpo; el frescor parecía venir de adentro, desde lo más profundo de sus miedos. Las sensaciones de un reciente sueño le mantenían un dolor en el pecho que intentaba ignorar siendo ayudado por la somnolencia, pero una vez se despertó por completo, todo fue aclarado.

Había soñado de nuevo con lo mismo, con las fuertes palabras de sus cercanos, con el rechazo e incluso algunas agresiones físicas que por suerte no llegaron a más. En momentos así, se sentía solo en una gran oscuridad, perdiéndose, queriendo abandonarse a sí mismo en un acto de cobardía. Pero cuando un calor se instaló en su espalda y parte de su pecho, cuando miró frente a sí unos largos dedos que jugueteaban con los suyos, sonrió y se sintió demasiado tonto por haber vuelto a caer en la negatividad de su mente.

Era inevitable que algo como su pasado le afectara incluso hoy en día, pero sólo sucedía en ciertos momentos por las noches, y siempre estaba allí aquella persona que le rodeaba en un gratificante abrazo para recordarle que no estaba solo. Valió la pena, completamente.

El hombre le había ayudado a salir adelante, lo había cuidado y había intentado hablar con sus cercanos para que dejaran de hacerle desplantes a Up. Aun si no tenía resultados, llegaba a casa en ocasiones con alguna herida superficial, portando regalos y comida; le hacía desconectarse de cualquier medio donde pudiera ser encontrado y ponía un maratón de sus películas favoritas que veían entre besos y bocadillos.

Kao definitivamente era un ángel.

Volteó lentamente. Se encontraba sentado en el borde de la cama y Kao justo detrás de él lo cubría completamente, sus piernas un poco más abiertas para poder estar pegadas a las propias. Notó que reposaba su cabeza sobre uno de sus hombros, tan adormilado.

-¿Iremos... allá?

-¿Quieres ir?

-Quiero quedarme en cama todo el día, contigo.

-Kao...

-No hablemos de tus pesadillas. Estamos aquí, y somos felices.

Teniendo un ataque repentino de energía, le empujó hasta hacerlo caer de nuevo en la cama para poder recostarse a su lado mirándolo como el amante enamorado que era, acariciando su abdomen.

-Bien. Cuéntame de nuevo cuando nos conocimos.

El mayor sonrió. Mantenía aún los ojos cerrados pero le era imposible volver a caer dormido sabiendo que su novio lo esperaba con una respuesta.

-Te vi, en el bar, cuando salía del baño. Lo primero que noté fueron tus ojos, y me pareciste tan atractivo que usé mis mejores tácticas de conquista.

-Dijiste un chiste terrible y de mal gusto.

Fue callado con un beso suave en los labios, sintiendo de inmediato un apretón en su trasero que fue acompañado de risas cómplices.

-Así es como te gusto. Ah, cuando me pediste ayuda, me sentí afortunado. Entonces estuve mucho tiempo intentando verme bien para nuestro encuentro y llegué tarde. Me hacías sentir de esa manera. Cuando te conocí por medio de todas esas preguntas me pareciste muy especial, uh... Up, sabes que soy malo con las palabras.

-Sigue, por favor.

-Me gustó ver lo mucho que amabas a tu familia, me gustó tu curiosidad y lo inteligente que aún eres; la forma en que comías y tus labios... Mmm... Cuando tuvimos que mirarnos fue muy difícil para mí, quería reír pero no quería estropear lo que intentabas; también quise besarte pero me asustaba que me odiaras.

-Y ahora podemos besarnos todo lo que queramos.

Acarició aquel delineado mentón con su dedo índice, llegando a los abultados labios para después probarlos con los propios en tiernos roces que hacían un chasquido por la humedad.

Cuatro años habían pasado desde su primer encuentro, y ambos recordaban cada detalle con un poco de vergüenza, pero también con cariño. No se arrepentía en absoluto del mensaje desesperado que envió para volverse a reencontrar, aquello fue lo único que necesitó para dejarse llevar y aceptar sus sentimientos, soportando también la responsabilidad que venía con declarar su amor por un hombre. Y vaya hombre...

Up lo tenía a él todo para sí y por fin había descubierto aquel misterio que tanto le atraía, aquel interés de saber cuál era la melancolía detrás de los dulces ojos que lo miraban con inocencia como si no conociera la maldad de la vida. Lo cierto era que Kao no lo había tenido nada fácil, pero seguía allí con tanto optimismo y el haber sido correspondido por el menor sólo mejoraba su humor terminando por volverse una persona tan alegre que Up no podía escapar de él. Y quizá su vida era mucho más sencilla a comparación, pero sus propios problemas lo habían terminado a su manera, lo habían dañado a un punto como aquel donde despertaba asustado por los recuerdos hirientes de personas en las que confiaba. Lo bueno, era que poco a poco lo iba superando y se volvía más fuerte.

Tenía una nueva vida, tenía nuevos amigos y lo más importante, tenía a Kao.












03/08/22

4 MinutesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora