Me siento sola, siento que nadie me quiere.
Ya no tengo tantas ganas de matarme como antes; no tengo impulsos difíciles de controlar de suicidarme en ese mismo instante, pero siento la necesidad de hacerme daño.
Quiero lastimarme de muchas maneras: quiero pegarme en la cabeza con las manos, con los puños, con la pared, o cualquier superficie dura; quiero agarrar algo filoso, cualquier cosa que sirva, y cortarme o hacerme marcas; quiero pegarme en las piernas, en los brazos; quiero tirarme al piso como si me hubiera tropezado, del techo, de las escaleras, de un lugar alto; quiero ahogarme en mi casa o en el río; quiero partir ventanas con mi cabeza; quiero tirarme agua o aceite hirviendo, o meter las manos en la olla; quiero tirarme en medio de la ruta y esperar. Quiero lastimarme mucho y no puedo parar.
Tengo moretones y marcas. No puedo usar mi mano del dolor que me provoca el tacto después de lo que hice, la tengo un poco hinchada.
Por lo menos ahora ya no lloro todos los días, por lo menos ahora no quiero matarme todo el tiempo. Estoy mejor. Sé que he tenido algunos ataques de ansiedad y de pánico, pero es normal. Mi mamá me dijo que estoy loca, me vió. Le dije muchas veces que me iba a matar; se lo dije enojada, entre dientes, con los ojos bien abiertos. Entiendo que se asuste.
Todo lo que pasa es culpa mía, no merezco nada de lo que tengo. No merezco vivir, no merezco comer, no merezco hablar con nadie. No quiero hablar, no me gusta. No quiero hablar con nadie. Nadie quiere ser mi amigo ni estar cerca de mi porque todos me odian. Yo sé que me mienten y en realidad les caigo mal.
Estoy sola, estoy en un cuarto oscuro y vacío, y no me puedo mover; mi dolor me mantiene inmóvil. Nadie me cree porque no sufrí lo suficiente para que mi tristeza sea válida. Nadie me toma en serio, nunca escuchan lo que digo. No se qué hacer para vivir. No estoy viva, no me siento viva. Siento que estoy en una cuerda floja.
Anoche tuve otro ataque de pánico pero no me pegué lo suficiente, no dejé suficientes marcas.
Siento que me siguen o me observan, alguien me va a matar. Me da miedo y tiemblo. No puedo dejar de mirar a mi alrededor, sé que me van a lastimar.
Mi corazón alberga mucho más dolor, pero no se como liberarlo.