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El fuerte sonido provocado por el pote de pintura siendo estampado contra la pared me despertó

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El fuerte sonido provocado por el pote de pintura siendo estampado contra la pared me despertó. El corazón empezó a latirme desesperado. Al abrir los ojos pude ver como pintura amarilla salpicaba sobre la frazada y el suelo.

—Distracciones. —La voz de mi madre activó mis alarmas internas. Me apresuré a ponerme de pie y la observé desorientada—. Puras distracciones.

No tuve tiempo de comprender lo que sucedía cuando sus movimientos se dirigieron hacia mi escritorio, desde donde tomó mis carpetas para luego caminar hacia la ventana, abrirla y lanzar todo por esta. Parpadeé lento. Algunas hojas quedaron esparcidas por el suelo, el resto había desaparecido.

—¿Qué...

No pude terminar de formular una pregunta. No entendía lo que sucedía y las palabras no salían de mi boca. Mis piernas reaccionaron finalmente y corrí hacia la ventana en el momento en que ella tomó la última carpeta que descansaba a los pies de mi cama.

—¡Mamá!

—Te he dado muchas oportunidades, Heather —me advirtió. Su intensa mirada provocó que me encogiera en el lugar—. No solo estas fallando en tus estudios, ahora me contestas también.

Levantó otro pote de pintura y lo estampó contra el suelo. El azul marino creó un charco sobre la alfombra marrón. Negué con la cabeza ¿qué estaba pasando?

—Distracciones. Todas estas boberías son puras distracciones que no te conseguirán nada en la vida, Heather Lynn. Me desharé de todo.

—¿Lyn? ¿Qué está sucediendo?

Mi padre observaba la escena bajo el umbral de la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par al entender lo que pasaba. Deseé que nos ignorara y no interviniera, pero sabía que aquello no sería posible.

—Lyn. —Su tono de voz se volvió serio— ¿Qué estás haciendo?

—Lo mejor para asegurar el futuro de nuestra hija —fue la respuesta que le dio antes de caminar fuera de la habitación con mi carpeta aún entre sus manos.

Corrí tras ella, ignorando el intento de mi padre por detenerme, solo para acabar presenciando el momento en que ella abría el grifo de la cocina y tiraba mi carpeta bajo el flujo de agua. Se me revolvió el estómago ante la imagen de las hojas empapándose. Aproveché el segundo en que desapareció por el pasillo para tomar lo que quedaba de esta, pero la pesadilla no terminó ahi. Ella regresó mucho antes de que pudiera recomponerme con mi padre siguiéndole los talones. Lucía furiosa. Retrocedí un paso.

—Míralo bien, —demandó sosteniendo lo que reconocí como el ensayo de más de cuatro mil palabras que había realizado en mi último año de secundaria—, ¿qué es lo que deseas desde pequeña?

Tomé aire. El sonido de mis cosas siendo estampadas contra la pared de mi habitación aún resonaba en mis oídos.

—Excelencia —respondí apretando sobre mi pecho las hojas mojadas.

Girasoles en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora