Capítulo 1 «La agente»

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Todo lo que Sophie Gates siempre quiso en la vida era ser como su padre. Un hombre que sirvió a su país con honor y que fue recompensado con múltiples medallas por sus sacrificios.

Desde pequeña soñó con empuñar un arma mientras las demás niñas jugaban a las muñecas. Su madre, una mujer conservadora, asiduamente la sermoneaba por arruinar sus vestidos en sus frustrados intentos de camuflarse entre los arbustos o los árboles.

Aunque a pesar de todo, Jessie Gates siempre la apoyó. Tal vez en parte lo de ser hija única y no dejarle otra opción había equilibrado la balanza a su favor. Con el paso del tiempo y la constante ausencia de su padre, Sophie se propuso como una misión en la vida, nunca decepcionarlo y seguir sus pasos.

Mientras otros niños iban en el verano a campamentos normales, ella se alistó a los boy scouts intentando aprender cosas que podrían aportar algo al futuro que se había trazado. Años después, al terminar el colegio, ingresó a una academia para convertirse en una agente especial del gobierno.

Quiso alistarse al ejército, pero después de la muerte de su padre en una misión en el extranjero durante su adolescencia, no tuvo corazón para abandonar a su madre por periodos tan largos, quería estar para ella cuando la necesitara.

Su primer año en la academia fue bastante difícil, porque debido a su apariencia sus compañeros no la tomaban en serio. Sin embargo, sufrió por corto tiempo, pues gracias a sus estudios extracurriculares y el entrenamiento prematuro de su padre, ella ya era una experta en el manejo de las armas y en artes marciales.

Cuando se metían con ella en la academia, Sophie les daba una lección durante los entrenamientos. Pronto los superiores vieron su potencial y la incentivaron a estudiar cursos alternativos para especializarse en idiomas, psicología y actuación. Querían que fuese un agente de campo, con su apariencia inocente y su entrenamiento sería un arma mortal.

Cuatro años después se había convertido en una mujer temible. Su apariencia, antes delgada, ahora era perfectamente tonificada, curvilínea y bronceada.

Le gustaba correr y practicar ciclismo, se pasaba horas entrenando física y mentalmente a fin de prepararse para las diferentes situaciones que se darían en las misiones que tendría en el futuro.

Sus evaluaciones psicológicas facilitaron su solicitud para ingresar en los grupos de élite, pero lo que había convencido a sus superiores fueron sus calificaciones perfectas en tiro y combate cuerpo a cuerpo.

Apenas tenía 165 centímetros de altura y pesaba 61 kilos, pero eso nunca fue un problema, ya que era capaz de derribar a compañeros más fornidos y bien adiestrados. De pequeña fue sensible y muy transparente, pero sus años de entrenamiento le ayudaron a controlar todas sus emociones y a no transmitir siquiera un pensamiento a través de algún gesto instintivo.

Una de sus especialidades era la infiltración, podía actuar como una adolescente alocada y al siguiente minuto ser una profesora de la primaria. Manejaba las armas blancas con la misma facilidad que las armas de fuego.

Cuando se graduó su madre lloró tanto que tuvieron que sostenerla hasta que terminara la presentación de todos los egresados, fue uno de los días más felices de su vida. Su progenitora estaba tan orgullosa de sus logros que con ello sintió que de alguna manera su padre estaba allí agasajándola.

En su primera misión trabajó como camarera en un bar que según los rumores comercializaba drogas a estudiantes de distintos colegios locales. No tardó ni 2 minutos para conseguir el empleo, ya que para hacer más creíble su alias se mudó 2 semanas antes a la ciudad haciéndose pasar por una chica que había venido para estudiar Literatura Clásica.

Guardiana del Ceo ✔ (EXTRACTO GRATUITO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora