Capítulo 5 «Cuidado con las palabras»

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Sophie se sentó al lado del hombre inconsciente, el piso era mugriento, no veía la hora de salir de allí para bañarse. Escuchó un montón de disparos, alguien intentó abrir la puerta, ella se posicionó para disparar, un hombre gritó desesperado.

—Jefe, ábreme la puerta, nos están disparando, ¡es la maldita policía!, ¡debes escapar!

Intentó forzar la puerta con empujones, luego disparó para abrir el cerrojo, pero falló en la puntería y la bala se incrustó en la pared de la habitación. Segundos después oyó otro disparo, pero ninguna bala atravesó la pared, habían eliminado al último que estaba vivo.

—Gates ya está despejado —gritó el comandante del escuadrón.

—Salgo —confirmó ella.

Abrió la puerta y vio la masacre, luego giró y saludó al comandante.

—Señor... todo listo, está inconsciente y desarmado. Solo hay que colocarle unos grilletes y será inofensivo.

—Entendido... Carlson ocúpate de eso.

—¡Sí señor!

—Es bueno verte tan servil —se burló de él Sophie, como el comandante estaba allí, ella fue ignorada.

—¿Pudiste sonsacarle algo? —preguntó su jefe.

—No hubo oportunidad, mi prioridad era inmovilizarlo antes de que me descubriera.

—Hiciste un buen trabajo, hasta yo pensé que te habías drogado.

—Solo hice lo que era necesario para cumplir con la misión —dijo ella incómoda y agregó para cambiar de tema— ¿dónde lo van a interrogar?

—No hay mucho tiempo.

—Lo podemos hacer aquí mismo, si ve el estado de sus hombres no dudará en soltar la lengua.

—Me gusta tu frialdad, siempre sabes sacarle el mejor partido a la situación —espetó el comandante al tiempo que le daba una palmada en el hombro— tú lo interrogarás, te mereces el crédito.

—¡Gracias, señor!

—¡Ya despiértenlo!, Gates lo interrogará aquí mismo —gritó a seguir.

Sophie volvió a ingresar a la mugrienta oficina para sacar una silla, la arrastró hasta afuera y la puso en medio de los cadáveres, entonces le dijo a Carlson:

—¡Tráelo aquí!

—Sí que eres una maldita perra —le espetó este cuando se acercó a ella con el jefe de la banda que seguía inconsciente.

—Es parte del trabajo ser una maldita —le replicó sonriendo.

Ella se paró delante del hombre inconsciente y le dio unos golpecitos en la cara, al ver que no despertaba le dio un golpe más fuerte. Esta vez sí despertó y luego de escupir la sangre que tenía acumulada en la boca le dijo:

—¡Maldita perra!

—Ishhh... recuerda lo que te dije antes de noquearte, te conviene estar quieto y accesible, solo mira a tu alrededor, estás solo, todos tus hombres están muertos.

El maleante miró incrédulo, «¿cómo una mujer solita pudo haber eliminado a tantos hombres?» se preguntó, pero estaban allí tirados en un charco de sangre.

—Si te preguntas como lo hice, es muy simple, no vine sola...

Los agentes que antes estaban en silencio y ocultos en la penumbra, aparecieron de la nada ante sus ojos, la rabia lo inundó y comenzó a gritar.

—¡Maldita perra!, te mataré con mis propias manos, pero antes te violaré y luego te cortaré en pedazos y se lo daré a los perros para que coman tu carne inmunda —ella avanzó con una rapidez increíble y lo sujetó del cuello de la camisa para intimidarlo.

—Si me vuelves a decir perra solo una vez más, quien te cortará en pedazos seré yo, y no le daré a los perros, te lo daré a ti para que comas tus propias partes —lo amenazó e hincó con uno de sus tacones sus testículos, el hombre bramó como un animal adolorido.

Todos los presentes se encontraban en silencio, y al parecer ni un poco sorprendidos. El único que mostró alguna reacción fue Carlson, que estaba sonriendo muy divertido. Cuando el hombre paró de gritar ella prosiguió diciendo:

—Como dije tú y yo vamos a negociar, y espero que tengas en cuenta tus opciones, si me respondes sin rodeos no te lastimaré y te mandaré a la cárcel por tráfico de drogas, pero si no colaboras te lastimaré y te acusaré de tráfico de armas, tráfico de drogas y además diré que fuiste el topo.

—¡Yo no te diré absolutamente nada maldita perra! —ella lo rodeó tranquilamente y dio una patada en la silla haciéndolo caer de frente contra el piso.

El hombre aplastó su cara contra el concreto, rompiéndose la nariz y esta vez brotó mucha sangre. Sophie señaló a otros agentes con una mano para que lo volvieran a sentar en la silla y luego le dijo:

—¿Volverás a llamarme perra? —por primera vez el hombre parecía estar asustado, pudo verlo en sus ojos, no le dijo una sola palabra simplemente movió la cabeza en señal de negativa— Ahora que nos hemos entendido —agregó tranquilamente— ¡me dirás todo lo que quiero saber!


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