Parte 20: El tesoro de la ciudad.

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—¡Aaaaaaaagh! —Jinx pateó el sofá, furiosa entre lágrimas. Se hallaba con un dolor espantoso en su cuerpo, pero eso no le impedía sentirse frustrada.

—Por favor, cálmate—Violet intentaba inútilmente calmar a su hermana que, difícilmente controlaba sus acciones.

—¡Estas cosas fueron completamente inútiles! —Jinx pateó el arma que no había funcionado ninguna de las dos veces. —¡y tú eres un completo idiota! — se acercó rápidamente a Jayce con la intención de golpearlo, pero Caitlyn se interpuso.

—¡Jinx por favor contrólate un momento! ¡No es culpa de nadie!

—¡Ninguno de ustedes pudo verlos! ¡ninguno y ahora ellos la tienen! ¡Y yo sé que la culpa es de tu inútil amigo que no sirve para nada! —la jovencita de trenzas intentó nuevamente acercarse a Jayce Talis y Violet la sostuvo.

— Powder, basta ya...

—N-no la sueltes, Violet por favor— dijo el joven preocupado. — No fue culpa mía.

—Oye—Vi lo miró—¿Qué fue lo que sucedió? ¿es normal que fallaran tanto? —aun sostenía a su hermana con energía.

—Jayce—Caitlyn se le acercó— ¿tu construiste estos prototipos? ¿por qué hubo tantas fallas?

—Jamás habían fallado, no así, al menos en las pruebas que yo mismo realicé—el joven moreno se sentó tomándose la cabeza.

Jinx se soltó de los brazos de Violet y cayó de rodillas al suelo entre lágrimas. Estaba destrozada, y ni siquiera sabía el porqué. ¿Por qué se sentía vacía sin Lux? ¿Por qué necesitaba tenerla cerca nuevamente? ¿Qué era esa sensación en su pecho de angustia como si necesitara de esa energía que emanaba aquella jovencita? Y ahora sentir esa ausencia, volver a sentir que perdía lo bueno que había conseguido, la hacía sentirse miserable. Violet se le acercó, arrodillándose a su lado y la abrazó. Le prometió que todo estaría bien, y que hallarían a Luxanna lo antes posible.

Los panoramas en los demás puntos de la ciudad que habían sido atacados también habían acabado con un saldo de al menos una quincena de heridos, por suerte, ninguna baja de agentes. Confusamente los amórficos se habían retirado de un momento a otro como si obedecieran a una llamada que sólo ellos eran capaces de oír. Solo ellos, y tal vez cierta jovencita con un oído sumamente especial.

Seraphine caminaba por la sala nerviosa y aun asustada por lo que había sucedido. Estaba inquieta y por su mente circulaban demasiadas cosas.

—Sera, debes calmarte de una vez, ya pasó el peligro.

—No entiendes, Cait, no lo entenderías— cubrió sus oídos con las palmas de sus manos.

Jinx la observó durante unos segundos y como uno de los proyectiles que a toda velocidad salen disparados por el cañón de un arma, se le plantó delante, poniéndose de pie de un salto.

—Los oyes ¿verdad?

—Quisiera no hacerlo—la jovencita pelirrosa la miró como si Jinx pudiera comprender exactamente lo que sentía en su cabeza.

—Tú puedes localizarlos.

—Aguarden un segundo—Caitlyn se acercó a su amiga— Seraphine ¿Qué está sucediendo?

—Los oigo, Cait, los oigo, puedo... puedo oír esos alaridos. Suenan como si...como si esas cosas que alguna vez fueron personas pidieran ayuda desde su alma. Son almas en pena como si se hallaran en un limbo.

—Tú nos llevarás hasta donde estén—Jinx la miró tomándola del brazo dispuesta a arrastrarla si fuese necesario.

—No podemos ir así como así, Jinx— la joven Kiramman intentó hacerla reflexionar—nos harían trizas, ya viste de qué son capaces.

CIELO AZUL CARMESI (Caitlyn x Vi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora