Capítulo 1: FUSUS (ALexandro)

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Capítulo 1

Fusus

Alexandro

Odiaba que Alfonso se paseara por mi casa como si le perteneciera. Solté las llaves en la mesita y me dirigí a mi habitación ignorando su presencia. Había puesto música clásica y leía a Cervantes, otra vez.

Alfonso era un vampiro nacido a mediados del siglo XV, ya en su juventud era extremadamente rico, y la muerte no había cambiado eso, al contrario, su fortuna no hacía más que crecer.

-No has cambiado la decoración- observó mientras yo me deshacía de la camisa- Sigues empeñado en dejarte llevar por una moda ridícula e incómoda.

Terminé de ponerme la bata intentando contener los nervios, si ya me era bastante difícil soportar sus ademanes pomposos en la calle, tenerlo sentado en el sofá criticando el mobiliario era una auténtica maldición.

No es que Alfonso me cayera mal, se podría considerar un auténtico caballero renacentista, la mayoría de los vampiros le respetaban e incluso temían, pero estaba completamente anclado en el pasado.

Entré en la sala y me dejé caer junto a él en el sofá.

-¿Qué haces aquí?

-Hacerte una visita, mi querido amigo- Sonrió burlonamente- Las finas lenguas me han comentado que últimamente pasas el día de mal humor.

Las finas lenguas, curiosa forma de llamar a Lola y su séquito de arpías.

-Sabes perfectamente que ese es mi estado habitual.

-Y he ahí el quid de la cuestión- Se levantó de un salto quedando delante de mí- He venido a invitarte a una fiesta, no hace falta que me lo agradezcas. Vas a hacer relaciones públicas.

Las fiestas eran el pasatiempo preferido de Alfonso, las organizaba por todo el mundo con envidiable perfección.

-¿Qué te hace pensar que voy a ir?

-No puedes pasar la eternidad encerrado en ti mismo de esa manera, sabes que todo vampiro, incluso tú, necesita contactos, tienes suerte de tenerme como amigo pero ya es hora de que abras las alas y eches a volar. Además está a tres pasos de tu casa, en el Salón de los cantos.

Sabía que al final cedería, él era sorprendentemente insistente y para ser sincero sus celebraciones no eran del todo aburridas.

-¿Cuándo?

-La gran noche de carnaval, por supuesto- Habló triunfante mientras sacaba una enorme bolsa de debajo de la mesa- Será una mascarada, me he permitido traerte un traje para que no destroces el ambiente con tu obscena vestimenta.

-Cómo no, una mascarada. Podrías hacer algo más cercano a nuestros días.

-Hay que perpetuar las viejas costumbres, pero tú qué sabrás, no fuiste de la mano de Ana de Dinamarca ni palpaste aquellas finas sedas... al menos tienes buen gusto para la música.

Sacó el CD del reproductor y lo introdujo cuidadosamente en la caja.

-¿Quién irá?

-Me he encargado de que sean invitadas las más bellas damas del reino, a parte de nuestros amigos- reflexionó unos instantes- Es decir, mis amigos. También me he tomado la molestia de hablar con Lola.

-Esa vampiresa es un estorbo.

-Vamos, habéis pasado juntos muy buenos momentos, dale otra oportunidad.

-Ya hago suficiente yendo a esa fiesta.

Observé cómo Alfonso cogía su larga chaqueta y se dirigía a la puerta.

-Tienes razón. Te esperaré esta noche a las diez a los pies de Juan de Pineda, quiero presentarte a unos amigos antes de que de comienzo la fiesta. Tienes la máscara dentro de la bolsa.

Dicho esto abrió la puerta y se fue.

No habría aceptado ir de no saber que lo hacía todo por mí. Conocí a Alfonso pocos años después de transformarme y desde entonces había actuado como el padre que nunca tuve, a pesar de mis continuas quejas. Me presentó a los más influyentes vampiros y me creó un nombre entre la realeza. Gracias a él yo era respetado, y siempre tenía a alguien a quien acudir cuando las cosas se ponían feas.

Ahora me tocaba a mí mantener la posición que me había regalado.

Me dirigí al balcón y lo abrí de par en par para mirar el lugar en el que en menos de 24 horas se celebraría la gran fiesta a dos metros bajo tierra. Una casualidad que me pillara tan cerca.

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