IV. El desafío del tragasueños

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Así como la vida transcurría afuera de la casa de Nathan, Don Trebejo permanecía confinado en su laboratorio y continuaba con la investigación sobre Navy. En su juego de paneles holográficos desplegó más información de proyectos similares: un trío de perfiles se proyectó en las pantallas.

—Si los servidores llegaron a la Tierra, entonces las defensas del Planeta Servidor cayeron por culpa de una mano enemiga. Lo que no entiendo es... ¿quién? —en su introspección, el inventor abrió un diálogo en los paneles.

Pronuncie su nombre de usuario, por favor —una voz electrónica provino del sistema sonoro del laboratorio.

Reeth Hardwood —respondió el inventor. Luego plantó sus manos sobre el sistema holográfico y un juego de haces escaneadores leyó su información dactilar para otorgarle acceso.

Bienvenido, señor Hardwood —una vez más, la jovial voz de la IA respondió con cortesía.

Servandia, despliega la información de la clase de los onirófagos. Quiero verificar sus últimos movimientos —tras la consulta, el sistema inteligente arrojó sólo la información de dos de los especímenes—. Esto no puede ser bueno, tengo que estar muy atento a cada movimiento de los chicos si no quiero que les suceda nada malo —con las alarmas en alto nivel, Reeth guardó la información y salió de su laboratorio para saber si Nathan había regresado.

Era de noche en Ciudad Nexus y, en un rincón abandonado del observatorio, un inquietante destello y crujir de luces avivó la atención de los animales callejeros. Un gato que por allí rondaba se aventuró a curiosear y encontró un rastro luminoso que siguió con cierta incertidumbre. No era mucho lo que había en su camino, pero fue suficiente para llevarlo hasta una caja destartalada y luego a un cuerpo yaciente. El gato comenzó a gruñir porque la situación no le daba confianza, adoptó un comportamiento hostil al sentirse inseguro en ese lugar. Frente a la criatura se presentó una sombra con resplandor rojo en su rostro —o lo que eso fuera— y se le acercó lentamente, el animalito intentó defenderse con un inadvertido zarpazo al fenómeno. Pero todo fue inútil, la sombra no podía ser evadida y el terror acabó con la criatura terrestre, dejándola tirada cerca de la caja: nadie notó ni escuchó el triste final del gato, la caja vacía permaneció en su lugar y el extraño ente abandonó tal sitio, dejando atrás el cuerpo del animal y la carnada... aunque el gato no duró inconsciente por mucho tiempo.

A pocos metros del incidente, la mancha viscosa tomó forma irregular; tenía algo parecido a un núcleo en el pecho y dos indicadores iluminaban tenuemente en él. En su sistema visual interno, el recorrido de los comandos era veloz y revelaba objetivos directos que, seguramente, lo habían llevado a llegar a la Tierra; sólo restaba saber cuáles eran sus intenciones. Sin más que hacer, prosiguió su extraño recorrido.

Nathan y Navy volvieron a su casa, Don Trebejo los esperaba con recelo tras prometer que cumpliría el castigo impuesto a su hijo; el hidrófilo intentó abogar, pero el inventor se hacía el sordo con su presencia y seguía hablando directamente con su hijo. Aun así, hubo tiempo para el diálogo y el mayor terminó por comprender.

—Hmmm... si es así, al menos es un logro que salgas a hablar con alguien y no sólo a quedarte deambulando por Nexus —dijo el científico, cruzado de brazos frente a Nathan—. Tal vez te deje salir un tiempo preferencial si de verdad es para eso.

—Al fin te pones en mi lugar, papá, gracias por eso —contestó Nat con picardía, lo que a su padre no le gustó mucho—. Ey, no te lo tomes a pecho, sólo digo.

Aprovechando la situación, Don Trebejo recordó algo.

—Por cierto, vi que tu holorreloj estaba destrozado, así que me tomé la libertad de hacer uno nuevo con refacciones que guardé, pruébalo y dime qué tal funciona, ¿de acuerdo? —así se mantuvo conversando con su hijo y ambos se dirigieron al cuarto de Nathan. Por otra parte, Navy quedó solo en el primer piso.

S.E.R.V.E.R.S. - I. Desarrollo (en revisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora