Capítulo 9: Rutina y Miseria

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Su primera rutina la experimentó a los 16 años, cuando llegó a su madurez sexual. Lo tomó con relativa calma pues sólo tuvo que buscar una taberna de omegas al servicio de Alfas solitarios, fue sencillo superar su primera rutina y las siguientes, pero ahora...

Por primera vez en su vida ha perdido el control.

En la madrugada despertó excitada y necesitada de su omega, porque ahora la tiene y su lobo lo sabe, así que en cuestión de segundos ya se encontraba en la alcoba de La Princesa. En las sombras mientras la luna llena roja iluminaba tenuemente la alcoba y su piel, sus ojos azules habían cambiado a un color plateado que brillaban intensamente por la vista de su hermosa omega emanando ese exquisito y enloquecedor olor.

Subió a la cama lentamente hasta que estaba sobre el cuerpo de La Princesa quien pareció reconocerla entre sueños y la atrajo del cuello para abrazarla con fuerza. Esto no ayudó al lobo en su rutina cuando posó el rostro entre los hermosos y deliciosos senos de ésta. No se pudo contener y comenzó a amasarlos con sus manos para después meterlos a su boca consecutivamente escuchándola gemir dormida.

Todo se habría salido de control sí los militares del rayo rojo no hubiesen entrado para someterla mientras la apartaban de una confundida Lena quien al despertar completamente se perdió en la mirada de su Alfa. Por supuesto intentó acercarse desesperada por complacerla, pero los militares arrastraron a Kara fuera de la alcoba hasta colocarla en donde ahora se encuentra.

La celda de plata.

Kara se encuentra en un rincón de la celda aprisionada con cinco cadenas de plata, está temblando por el dolor no sólo que el mineral le provoca, sí no también por su rutina y la frustración de no poder tener a su omega cerca, nunca había experimentado tal cosa y teme que su poder de guardián salga a flote exponiéndola y entonces ya nunca más podría ver a Lena. Este pensamiento estando lucida no le afectaría como ahora, que de sólo tenerlo en mente la hace gruñir furiosa, pero también gemir lastimera.

Lena estaba aún peor, como era de esperarse la rutina de su alfa despertó nuevamente su celo, así que también estaba atada a la cama mientras que Nura la atendía para que sufriera demasiado. Pero Lena, siendo quien, y poseyendo ese carácter no estaba dispuesta a quedarse aquí gimiendo de dolor y necesidad, tenía que encontrar una manera de ir con Kara, y nada la haría olvidar ese deseo, por lo que decidió contenerse para guardar silencio fingiendo dormir. Cuando escucha que Nura sale de la alcoba mira las sogas en sus muñecas y sonríe con malicia al ver que son normales y no poseen magia.

Los militares están en el balcón y el pasillo, pero no pueden verla ya que no deben permitir que otros Alfas la vean o huelan. Lord Mon-El como siempre intentó acercarse, pero fracasó como siempre y tuvo que retirarse. Así que Lena usa su fuerza de lobo destrozándolas y cautelosa camina por su alcoba hasta llegar a la puerta secreta del castillo, es un pasadizo de guerra que su padre nunca sintió la necesidad de cubrir, mala decisión.

Mientras tanto, los guardias dejan rápidamente la comida de Kara junto a los barrotes de plata para marcharse débiles y llenos de dolor. Kara se arrastra temblorosa hacia los barrotes y comienza a comer para mantener levemente bajo control a su lobo furioso por no obtener lo que desea. Al terminar vuelve a su rincón y cuando estaba forzándose a dormir, un delicioso y conocido aroma se detecta en el aire.

—Kara — Sus ojos se abren de asombro al mirar a Lena de rodillas ante su celda.

—Lena — Se arrastra rápidamente hacia los barrotes, pero antes de llegar retrocede negando — No, no debes estar aquí y lo sabes.

—¿Crees que me importa? — Lena dice con furia — ¡Yo quiero estar contigo!

—Tienes que irte, Lena — Comienza a agitarse apretando los puños.

Bleiz - The Doom Of The OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora