Capítulo 7: Guardianes

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—Días después...

Kara se encuentra en la choza, limpiando como cada día las armas que usaban los militares para entrenar. Todas las noches tiene que acudir al lecho de la Princesa, y de no ser porque es el Guardián, quizás ya estaría agotada. Este pensamiento la hace reír entre dientes, imaginándose como esos Alfas débiles que no soportaban el celo de sus Omegas, aunque claro, su caso era diferente en todo sentido.

Ahora que es la primera concubina en toda la historia de los licántropos, se siente un poco extraña, no sabe explicarlo, pero siente que algo de lo que ha ocurrido no está bien, sin embargo, no puede como plebeya ir en contra del Rey y como Guardián en contra de sus líderes, por lo que cumple su deber, aunque sólo en su mente admite que le encanta.

Estaba por terminar su trabajo, cuando siente un terrible escalofrío recorriendo todo su cuerpo, y conoce esta sensación, un intruso. Rápidamente sale de la choza y ve a los militares correr, y quiere seguirlos, pero no lo hace, ya que Lena aparece junto a Lord Mon-El, ambos están en alerta, y el prometido también va detrás de los militares, después de todo era su deber. Pero antes de que puedan descender al pueblo, todos detienen sus pasos, observando a alguien a escasos metros de la entrada al castillo.

Kara siendo cautelosa, lentamente se acerca entre la multitud que se ha formado, y entonces ve a la persona que provocó todo este alboroto. Una mujer de baja estatura, cabello castaño y ojos cafés, sonríe ampliamente, aunque esa sonrisa provocaba más escalofríos en su cuerpo, ya que, al ver los colmillos, los sentidos de alerta en todos los licántropos se alteraban. Ella no parecía temerosa, más bien divertida, y es claro que no viene con intenciones hostiles, pues porta ropas normales en lugar de una armadura.

—Los licántropos siempre son tan impulsivos — Menciona sin dejar de sonreír.

—¿Quién eres? — Cuestiona la Teniente Olsen.

—Oh, debes ser nueva — Coloca las manos tras su espalda — Mil disculpas, militar, mi nombre Camila, y provengo del Reino del Norte, tu Rey me conoce.

—¿Un vampiro en plena luz del día? — La Teniente claramente no le creía, y ciertamente nadie más — Es imposible, debes ser un cambia formas.

—¿Cómo te atreves a compararme con esas bestias? — Pone su mano dramáticamente en su pecho.

—¡Ataquen!

Kara observa como los militares son derribados uno a uno por aquella mujer, ni siquiera tuvo que moverse demasiado de su eje, esquivando y tomándolos del cuello para estamparlos contra los muros o el piso. Así que es la Teniente Olsen en atacar esta vez, ambas eran agiles, y aunque una traía espada, no era realmente un problema para la castaña quien tenía una ligera sonrisa en su rostro, mientras esquivaba de forma divertida el filo y puños dirigidos a su rostro o cuerpo. Claramente estaba jugando, y sí seguía así, los militares se verían humillados, lo cual por supuesto no era bueno.

Así que Kara sabiendo que podrían castigarla, retrocede unos cuantos pasos y con este impulso comienza a correr hasta saltar sobre los demás, quienes rápidamente la detectan y asombrados, observan como rápidamente se transforma en un enorme con la mitad el lado derecho de su cuerpo negro y el izquierdo blanco. Y esta vez no había manera de cubrir la cicatriz en su rostro, pero si el sello. Como lobo, cae entre La Teniente y la mujer, quien, para su sorpresa, muestra un brillo alegre y siniestro en sus ojos.

—Al fin un digno oponente — Camila saborea sus colmillos, y esta vez se coloca en posición de combate — Vamos lobito, ataca.

—¡Kara! — La alegría de Camila incrementa al escuchar el nombre — ¡Detente!

—Oh, así que tú eres el Alfa sin aroma — Levanta los puños, animada — Me encanta.

Kara en su forma de lobo estaba furiosa, pero también confundida por la reacción de esta extraña mujer, sin embargo, su Lobo Guardián le pedía combatir, así que comienza a mover la pata derecha, mostrando sus filosos colmillos, así como la baba cayendo de su hocico, el instinto protector. Estaba a punto de saltar sobre ella, cuando escucha la voz del Rey.

Bleiz - The Doom Of The OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora