-Fueron los mismos que asesinaron a tu padre - dijo ella con los ojos llorosos y la voz apagada.
-¡Hijos de puta! -exclamó Aland golpeando la pared con su puño.
-Mi niño -ella sonrió y le acaricio la cara- Tranquilo.
-Me las van a pagar -dijo él con furia- Tengo medicinas - dijo él sacándolas de la bolsa de su cinturón- ¡Puedo vendarte!
Su desesperación se vió interrumpida por un abrazo de su madre quien le dijo.
-Te amo mi pequeño, nunca olvides lo que te enseñamos, estoy orgullosa de ti, tu padre y yo siempre vamos a cuidarte -la vida de Greta se apagó en los brazos de su hijo quien no tuvo la oportunidad de responderle, solamente lágrimas brotaron de sus ojos y abrazó a su madre con más fuerza.
Luego de un rato con su madre en brazos la levantó y acostó en su cama, lleno de ira y rencor salió de la casa e investigó el terreno, habían pisadas que se dirigían hacia el bosque y montándose en su caballo las siguió.
El rastro lo llevó hasta una cueva en lo profundo del bosque. Al entrar en esta divisó a dos bandidos, al primero lo mató lanzándole una daga en la espalda y al segundo lo decapitó antes de que se diera cuenta. Recuperó su daga del cuerpo del bandido y siguió adentrándose en la húmeda cueva.
Dentro habían columnas e ilustraciones del Clan Demoníaco, al parecer esta cueva era el lugar de culto de adoradores de los demonios, habían jaulas con cadáveres y personas a punto de morir, otros todavía tenían la fuerza para lograr y suplicar por su vida.
Habían tres hombres custodiando las jaulas, Aland tenía que pensar muy bien que iba a hacer para acabar con ellos sin que avisaran a los demás bandidos.
-Compañeros, ¿teneis un poco de hidromiel? Esta sed me está matando -dijo Aland haciéndose pasar por uno de ellos caminando en su dirección.
Los bandidos, borrachos ya, no distinguieron quien era y uno de ellos le ofreció una botella de hidromiel, Aland en un rápido movimiento apartó el brazo del bandido y clavó su daga en el cuello de este. Rápidamente la sacó y degolló al bandido que estaba al lado. El tercero sacó su espada y enfrentó a Aland, lo atacó varias veces pero sin ningún resultado, sus ataques eran repelidos por la espada del pomo de lobo. Aland atravesó al bandido y acabó con él, luego de eso agarró de su cuerpo la llave de las jaulas y liberó a aquellas personas.
Dentro de una de las jaulas escontró un grimorio y lo revisó, habían muchos hechizos los cuales no entendía pero lo guardo en una de las bolsas de su cinturón con esperanza de poder venderlo.
Bajando unas escaleras encontró un amplio comedor el cual estaba lleno de manjares pero no había nada, eso sí, se notaba que todavía quedaban personas más en lo profundo de la mazmorra.
Avanzó y llegó a lo que parecía una pequeña arena de batalla, dentro de esta habían unos cuatro bandidos luchando entre ellos y en la parte superior se encontraba un hombre que parecía ser el jefe.
Un sonido asustó a Aland quien se giró inmediatamente y atacó con su espada la cual detuvo enseguida al escuchar una voz jóven masculina decir.
-¡Espera!
-¿Quien eres? -cuestionó agarrando al jóven muchacho por el cuello de los ropajes que traía.
-Tranquilo, no pertenezco a ellos -respondió asustado- solamente te he seguido porque tienen a mi madre secuestrada aquí y por tu aspecto y lo que he visto hasta ahora creo que puedes encargarte de ellos.
Aland lo soltó y se dió la vuelta.
-No me molestes -le dijo de manera fría.El jefe de los bandidos se extrañó porque ninguno de los hombres que se encontraban en la entrada y los calabozos habían informado de su situación en un largo rato así que envío a dos de los hombres que se encontraban en la arena a dar un vistazo.
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La Profecía - Malditos Bendecidos - Primera Parte
FantasyEn el Siglo Quinto se dió lugar la Sagrada Guerra de la Resurrección protagonizada por el antiguo Glorioso Reino Humano y la Gran Alianza de Tribus Orcas los cuales lucharon durante más de 200 inviernos y llenaron de desgracia y muerte cada centímet...