Mal humor

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Me limité a seguir a Marcus en completo silencio. El garaje al que me trajo, no lo había visto antes. No estuvo en el recorrido que hicimos por la mansión. Al menos no recuerdo haber venido aquí. 

Había una línea de autos deportivos y camionetas del año aparcadas en el garaje. El lugar en sí parecía como un taller mecánico, solo que bastante moderno. 

Marcus me abrió la puerta de una Ford F-150 Shelby Baja Raptor. Era como subir a un camión por la altura. El interior estaba forrado de fibra de carbono, ofreciendo una espectacular presentación e impresión.

Él solo se subió, presionando el botón eléctrico del garaje y manejando hacia la entrada, donde dos mayordomos le abrieron las compuertas. Esa cuesta lucía peligrosa desde arriba. No recuerdo haber sentido tanto miedo subiéndola, que ahora que me tocaba bajarla. El miedo se apoderó de mí cuando dejó ir la camioneta. No sé si estaba desquitando su mal humor conmigo por lo sucedido con su hermano o qué, pero manejaba como un salvaje. ¿Acaso olvidó lo de su accidente? 

Cuando llegamos abajo, el camino fue mucho más tolerable de ver y soportar. Sentía que en cualquier momento podría vomitar el corazón. No vuelvo a este lugar nunca más y tampoco vuelvo a subir a una camioneta con él. Tal pareciera que quiere matarme de la impresión y el susto. 

—¿Dormiste bien? — cuestionó de repente. 

—Sí. Por lo visto, las pesadillas me atacan a plena luz del día y cuando aún sigo despierta—dejé escapar, demostrándole mi disgusto por su actitud. 

—Sí, se nota a leguas que descansaste bien anoche. Hace mucho tiempo no te veía sonreír de esa manera. Ni siquiera con la desaparición de tus “amigas” sonreíste así. Pude intuir que algo especial ocurrió anoche como para que estuvieras con tan buen humor. 

—Muy a diferencia de ti que hoy te levantaste de mal humor… —solté—. Te seré honesta porque eres la persona en quien únicamente le confío mis cosas. 

A mi mente se presentaron las imágenes de ese sueño que se sintió tan real y un calor cubrió mis mejillas.

—No te equivocas. Anoche tuve un sueño bastante raro, pero agradable a su manera. ¿No te ha pasado alguna vez? Creo que a todos nos ocurre, el tener ese tipo de sueños que parecen reales, pero que cuando despiertas te llenas de desilusión porque sabes que no fue real. Aun así, no puedes dejar de pensar en eso. Pues eso me pasó.

—¿Y qué tipo de sueño fue ese? — indagó curioso, apretando el volante. 

—Bueno— desvié la mirada hacia la ventana, perdiéndome en el paisaje de las montañas y la neblina—. Esos detalles son muy personales. 

La camioneta frenó de golpe, si no hubiera tenido el cinturón de seguridad, me hubiese comido el cristal. 

—¡¿Qué te ocurre?! ¡¿Por qué te estás comportando como un loco, Marcus?! ¡En serio te desconozco!

—Soy yo quien te desconoce— se quitó el cinturón de seguridad y se pasó a mi asiento, bajándolo por el costado y quedando en una posición bastante sugestiva e inapropiada sobre mí—. No eres la misma niña inocente de antes. Ahora las hormonas aclaman más y más. 

—¿Q-qué estás haciendo, Marcus?

—Los sueños así como fácil llegan, con el tiempo fácilmente se olvidan. Puedo ofrecerte más que una simple fantasía e ilusión, algo inolvidable, excitante y divertido, de lo que te aseguro que sentirás todo, excepto decepción. 

Redención [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora