CAPÍTULO UNO

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Algo anda mal: Gerardo viene corriendo directo hacia mí y está gritando, sin embargo, no logro comprender lo que trata de decirme

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Algo anda mal: Gerardo viene corriendo directo hacia mí y está gritando, sin embargo, no logro comprender lo que trata de decirme. Estoy sentado en el porche de mi casa: salí porque necesitaba tomar un poco de aire y éste me pareció que era un buen lugar para pensar.

Mañana regreso a la Academia y tendré que ver a Melanie, no sé cómo explicarle lo que pasó. Se suponía que tendríamos una cita, no obstante, estaba tan ocupado con los exámenes que me olvidé de ello, mientras ella estaba en el punto acordado bajo la lluvia, esperando a alguien que nunca llegó.

—¡Entra en la casa! ¡Rápido, corre! —Gerardo está hablando tan rápido, que no logro comprender lo que dice. Se encuentra a cien metros de mí, así que me pongo en pie rápidamente y busco cualquier señal que me indique lo que está sucediendo—. ¡Que corras! ¿¡Por qué no te mueves!? —dice, llegando a mi lado, tomándome del brazo y arrastrándome con él.

«Alguien vendrá tras él como consecuencia de alguna de sus bromas».

—¿Qué está pasando? —Apenas logro articular las palabras con una sonrisa burlona, cuando su semblante me embarga de preocupación—. ¡Eh! —intento llamar la atención de su rostro alarmado—. ¡Gerardo!­ — Hemos entrado en la casa—. ¿Qué está pasando? —repito la pregunta, ahora asustado; sin embargo, no me presta atención, está concentrado en observar por las ventanas, las cuales cierra a su paso—. ¡Te estoy hablando! —grito, aunque sigue sin responder. No entiendo qué pasa, pero sin dudas es algo muy malo: jamás lo he visto así, su rostro refleja miedo, coraje; sus ojos están abiertos como platos y trata de recuperar la respiración. Sí, sin duda las cosas están mal—. Gerardo, ¿te encuentras bien? —inquiero acercándome a él lentamente.

—Escucha, algo muy gordo ha pasado —suelta volviéndose en mi dirección y tomándome por los hombros—. Nos han mentido, todo está previamente preparado, solo somos un banco de... —La ventana estalla y el instinto hace que me lance al suelo.

—¡Abajo! —grito, o al menos eso me parece.

Entonces, como si de una escena en cámara lenta se tratara, veo como Gerardo se tambalea. Mi reflejo es sostenerlo, pero... «Maldición su pecho», su pecho está lleno de sangre. Su cuerpo se afloja y estoy cayendo al suelo con él. En algún momento que no recuerdo, le doy la orden a mi cuerpo de levantarse, y hacer presión en su herida.

—¡Todo va a estar bien! ¡Todo va a estar bien! —repito frenético, aunque no estoy seguro si se lo digo a él o estoy tratando de convencerme a mí mismo—. ¡Ayuda por favor! ¡Alguien ayúdeme! —grito tan fuerte como soy capaz, o al menos eso espero porque no logro escucharme, pero sí logro ver que Gerardo intenta hablar. Me inclino sobre él.

—Se... Llevan... Cepa... Farsa... No confíes en nadie... Busca a... —Eso es todo lo que logro entender—. ¡Te quiero! —murmura en un suspiro y lágrimas en los ojos.

—¡No! ¡No digas eso, por favor! —No, no lo puedo aceptar, no se puede ir, lo necesito—. ¡No me dejes! —digo con voz quebrada, no obstante, ya se ha ido y lo sé porque sus ojos están vacíos, a pesar de que el color chocolate sigue ahí.

PROTOTIPO CR-6: CONTROLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora