🧾Capítulo 12🧾

9.8K 525 11
                                    


"Quiero un abrazo que valga todos lo días sin verte,

por favor."

Capítulo 12.


Michelle Stone.

Mi días se resumen en comer, sentirme horriblemente mal, y comer nuevamente.

Hasta que me topé con un canal de noticias donde salía de la mano con Axel, ambos vestidos con ropa clara en tonos azules. La chica que hablaba me resultó irritante, ¿cómo podían sacar conclusiones así por así?

—Me preguntaba cuánto tardarían en soltar sus noticias falsas —comenta el chico con el que vivo.

Poso mi mirada en Axel, se encuentra apoyado de la pared con los brazos adelante, está completamente serio y se limpia con lentitud las manos. Noto entonces que su atuendo es el mismo que usa para pintar.

Apago la TV.

—Tú y yo sabemos que es mentira.

—Sí, pero sé cómo te afecta eso. No te gusta aparecer en los medios, Michelle.

Trago en seco, tiene razón. Aunque por un tiempo tuve que acostumbrarme a tener cámaras captando lo que hago, flashes iluminando mi rostro que la mayoría del tiempo estaba presentable con un buen maquillaje y una sonrisa perfecta acompañados de un hermoso vestido.

Todo para las fotos con el gran empresario Arthur Müller.

Frunzo las cejas, recordando sus palabras de esa vez que me quedé en su casa. De la cual escapé en cuanto se durmió.

—Yo soy la que debería disculparse. Es por mí que crean esas especulaciones, ¿no? —alzo los hombres.

Fingiendo restarle importancia, pero asegurándome de notar algún cambio en su rostro. Entonces sucede, Axel baja la mirada a sus manos y sigue limpiándolas está vez con rapidez. Termina de hacerlo, y coloca el pañuelo en su bolsillo de atrás sin alzar la vista.

Aprieto los labios, desviando la mirada de él. Trago saliva ante su actitud defensiva.

"¿Acaso tu amiguito no te ha contado nada?"

Su voz resuena en mi cabeza, y me molesta de que algo en mi interior me diga que quizá Arthur estaba diciéndome una cosa que puede ser cierto.

No conozco a Axel. No lo suficiente.

—Quiero enseñarte algo —lo miro.

Asiento levantándome, él me ayuda sosteniéndome de la cintura y llevándome con él delante. Mi barriga va en aumento al igual que mi peso corporal, pero no puedo quejarme.

No cuando siento a mi hijo.

Ser mamá nunca me pasó por la mente, al menos no a mi edad. Creía que tendría hijos a los treinta como mínimo, sí, una edad bastante rara. Pese a eso, algo dentro de mí me decía que a mis treinta ya tendría la mayoría de cosas que quería.

Y podría tener la estabilidad que quiero tener para mi familia.

¿Era malo pensar estar bien de todas las maneras posibles antes de formar un hogar con alguien? No. Porque el pilar de una familia es la estabilidad. Sin estabilidad, la familia se rompe. Y no quiero algo más roto.

No obstante, que mi estabilidad esté medianamente estable, no era excusa o razón para no querer al niño.

Yo quiero a mi hijo. Lo quiero conmigo.

Divorcio por el contrato (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora