🧾Capítulo 20🧾

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"I can lose everything, but not you...

Oh God, not you."


Nuevamente, dejé todo en la revisión. En mis manos solo se encontraban las ecografías tomadas de mi embarazo hace unas semanas.

El bebé está bien, cosa que realmente me preocupaba. Pasando por tanto estrés temí que las consecuencias la llevara mi pequeño sol.

Esperé pacientemente por él, a sabiendas que esto no era algo que podía controlar. Vestía casualmente pero sin llegar a ser revelador.

Sentí varias miradas de otros presos mientras esperaba por mi hermano, pese a eso, no me arrepentí de venir.

Había tenido suficiente con Arthur queriendo acompañarme aquí, cosa que no necesitamos para su imagen. Los medios se lo comerían vivo, podría soportar que especulen mierdas sobre mí pero que digan alguna mentira sobre él no lo creo.

No sería bien visto ver al tan reconocido Arthur Müller salir de una cárcel. Joder, ya podía imaginar las clases de preguntas que podrían hacer al respecto.

Así que tuve que asegurarle que los chicos no se irían de mi lado ni siquiera para ir al baño. Su sobreprotección no tenía límites, y comenzaba a molestarme un poco, sin embargo, podía notar que toda esa sobreprotección llegó luego de haber visitado a mis chicas y de contarle lo que habíamos pasado Alejandro y yo.

No podía culparlo por mantenerme a salvo, y mucho menos cuando esa protección iba dirigido directamente a su hijo.

Suspiré, acariciando el papel rectangular de color blanco y negro. No entendí mucho cuando la tuve en mis manos, pero gracias a Christine sabía que mi bebé se encontraba dentro de mí sano y fuerte.

Sonreí cuando sus ojos se posaron en mi, coloqué la mano en el cristal y él hizo lo mismo con apenas una sonrisa amable.

Hice una mueca.

—¿Estás bien? —negó, provocando que los mechones largos de su cabello se despeinen un poco más—. ¿Qué pasa?

—Sabes que no me gusta que estés aquí. Esto no es lugar para una chica como tú —rodé los ojos.

—Una chica como yo —repetí con cansancio—. ¿Y cómo es una chica como yo?

Suspiró negando, cómo si la sola idea de que no lo sepa fuese inaceptable.

—Dulce, buena y...

—Mentirosa, egoísta y cobarde. Tú hermana tiene defectos, Alejandro. Y estoy cansada de que todos quieran ponerme como una diosa cuando puedo pecar igual que ustedes.

Tenía a muchas personas a mi alrededor que me recordaban lo buena que soy, pero cuando necesito un choque de realidad de mí misma. De quién soy realmente. No hay nadie.

Y no debería de haber nadie, era suficiente conmigo. La persona que tiene que conocerme soy yo.

Puedo decirme mis defectos y mis virtudes sin necesidad de escuchar otra opinión.

—¿Qué ocurre? Te oyes...

—Estoy cansada. Agotada —sentí mis ojos arder—. Entre las mentiras, el embarazo y jodidamente tú encerrado... me siento exhausta. Es como si estuvieran quitándome todas las fuerzas de reservas que he tenido guardadas para cuando las cosas se puedan poner peor —solté una risa ahogada, limpiando mis mejillas.

—Michelle...

Negué, tragando en seco.

—Vengo aquí porque, te guste o no, eres mi jodido hermano. Y, mierda, te extraño, Alejandro. ¿Sabes todo lo que he tenido que pasar estos días? No tienes idea, así que por favor trata, malditamente, trata de...

Divorcio por el contrato (1) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora