La primera vez que pisé el hospital, me sorprendió la construcción tan bien hecha y lujosa, que fácilmente podría confundirse con una elegante mansión inmensa.
No sentí miedo. Yo creí que sería como lo pintaban en las películas: abandonado, tétrico y embrujado, pero no fue así. Los extensos pasillos verde oscuro con luz artificial, puertas azules y piso de loza blanca, no daban una decoración magnífica en base a contraste de colores, pero podía ser peor. Era agradable, la temperatura ambiente y el silencio apacible.
Esperaba escuchar gritos, captar un terrible hedor, escuchar los llantos o ver gente convulsionando en algún pasillo, pero no. No había nada de eso, únicamente tranquilidad. Me mostraron la estancia, me aventuraron por el hospital explicándome que dividían a la gente en bloques en base al sexo, enfermedad y grado. Me mantenía tranquilo, pensando en la absurdo que sonaba, pero me dejé llevar.
Mi habitación era sencilla, nos dejaban tener nuestras pertenencias a excepción de teléfonos en mi caso, cinturones y agujetas de zapatos. Lo demás era calma, los pacientes nos reuníamos a platicar, íbamos a las sesiones de tratamiento, consultas y tomábamos medicamentos. Jamás me trataron mal ni me amarraron, todo se desarrolló en una extraña paz.
Creo que la única experiencia bizarra fue cuando me topé por accidente con un paciente esquizofrénico. Siquiera fue violento, únicamente me decía que la niña de la granja le estaba pidiendo un caballo, pero que él no podía dárselo porque había enfermado. Me callé y a los pocos minutos se lo llevaron en calma, sin forzarlo, golpearlo o dando descargas eléctricas.
Casi dos años estuve dentro, llevando una vida monótona y aburrida a comparación de antes. Extrañaba salir, extrañaba a mis amigos, extrañaba los restaurantes y la vida. Me sorprendió que un mes después de estar con esos constantes pensamientos, dijeron que ya estaba autorizado a salir. Con veinte años encima, mi vida comenzaba de nuevo, estaba feliz, hice mis maletas y me entregaron una carta a mano donde mi padre decía que pese a que ya era mayor de edad, él seguiría dándome dinero para mis estudios y me había conseguido un departamento. La comida, la comida, luz, agua, gas... todo lo demás quedaba en mí. Únicamente él se encargaba de mi carrera.
Salí con una sonrisa, subiendo a un taxi y dejando que me llevara a mi nuevo hogar. Era un departamento en una zona cerca del centro de la ciudad, había mucho movimiento y mucha gente lo cual era curioso ya que creí que me alejaría. Regresé a Seúl y cuando traté de contactarlos, no pude. Papá dijo que no sabría ya nada de la familia, que no los buscara y siguiera mi vida por separado, era lo único que me pedía.
No es que tuviera muchas ganas de volver a verlo o al maldito de mi hermano, así que me sentí feliz. Busqué a Jungkook, él fue el primero a quien llamé y vaya que se puso feliz de que hubiese salido. Nos vimos al día siguiente, conversamos todo el día y toda la noche, a las cuatro de la mañana me estaba dejando en casa.
A los dos días empecé a buscar trabajo y curiosamente, Jungkook me ofreció trabajar con él en un restaurante de comida rápida. Al ser una de las cadenas más famosas de hamburguesas me imaginaba que la paga podría ser buena, así que acepté. Me dejaron entrar en tiempo completo en lo que ingresaba a la universidad, así que fue bueno.
Mi vida era tranquila, bastante buena a decir verdad. Jungkook era lindo conmigo, nos veíamos, había abrazos, mensajes... aún no pasábamos a nada más, pero como estábamos íbamos bien. Cumplí mis dos meses fuera del psiquiátrico y en muy poco tiempo, mi cabeza volvió a sacudirme violentamente... de una forma que hace mucho no lo hacía.
Y todo lo antiguo regresó de una forma inesperada.
—¡Oye, Jimmy! — Exclamaron, al instante levanté mi mirada viendo a Jungkook corriendo hacia mi dirección. —Ah, ya estoy aquí. —Se apoyó en sus rodillas para respirar y me sonrió. —¿Quieres salir esta noche? Un amigo mío quiere que vayamos a comer algo, luego hay rondas de lucha libre y una fiesta en una discoteca.
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EVIL PARK TWINS - yoonmin [LIBRO 2]
Fanfiction❝ Y que Dios me perdone por semejantes actos carnales que he cometido, que me castigue por las impurezas en las que me vi envuelto. Prometo a partir de ahora, seguir el camino de la castidad y fe, hasta el fin de mis días. Dios todo misericordioso...