“La Historia de San Florentino de Yermoalto es una de esas historias que se confunde entre el mito y la realidad y para ello tenemos que retroceder a los días de la fundación del Dominio (...)”
Fragmento del Santonomicón, Volumen tercero, capítulo II.
—————————————————Ludger Lodewiik llevaba fuera de las tierras del Dominio más de cinco años. Había salido en una santa encomienda por encargo de su amo. Después de tanto tiempo, finalmente volvería a lo que una vez llamó hogar. En su mano, llena de cayos, sostenía con fuerza un pequeño relicario de plata. Este estaba adornado austeramente con los vagos diseños de una linterna, una pala y un cráneo.
Dentro, estaba un daguerrotipo de él y su joven amo, hecho el día antes de su partida. Se reconoció en aquella imagen, aun mantenía el semblante serio, tal como siempre lo había tenido, pero las túnicas elegantes de la servidumbre que su joven yo portaba contrastaban con el uniforme militar tapado por el poncho de tela que cargaba encima ahora. El paso del tiempo era algo que le abrumaba, no sabía cómo debía sentirse al pensar en ello en retrospectiva, luego de haber estado tanto tiempo fuera.
Tanto tiempo solo, en las tierras muertas donde otros miembros de la Legión de Enterradores, los locos, y los malditos vagaban sin rumbo, combatiendo hordas de no muertos.
El carruaje que conducía estaba tirado por un viejo buey que lo había acompañado desde el inicio de su viaje. El paso del tiempo se volvía más evidente al observar que, aquel animal que antes se asemejaba a un enorme y resistente muro, ahora no lucía diferente a los esqueléticos espectros de las tierras muertas.Los pocos rayos de luz que se filtraban del atardecer llegaban a sus ojos, llegando incluso a molestar un poco. Por ello, es que Ludger cubría su piel morena con su característico "pelo de guama", su gran sombrero tejido que le tapaba el rostro de las inclemencias del sol. Los pensamientos le seguían atormentando. Cinco años sin verle, cinco años que seguía preguntándose por qué el joven amo hizo aquello el día antes de partir a su sagrada misión, cinco años de recuerdos, cinco años de dudas. Sin embargo, sus pensamientos se detuvieron al darse cuenta de que la noche estaba ya casi sobre él.
“Todos los caminos llevan a Vallumque Aurea” decía el refrán, por eso, el camino que él transitaba formaba parte de una de las carreteras principales que conectaban las tierras muertas con las tierras del Dominio.
Eso significaba que, cada tantos cientos de metros, podía encontrarse pequeños santuarios a las orillas, terrenos sagrados con alguna estatua o alguna pequeña capilla de piedra, dedicados a los miles de santos que participaron en los tiempos de la fundación y se decía que protegían las tierras.En uno de aquellos decidió establecer un sencillo campamento para pasar la noche. Se suponía que en estas tierras, la zona en la que estaba actualmente Ludger, era seguro transitar por las noches, así que podría haber continuado su camino tal y como a él le habría gustado. Sin embargo, la vida en las tierras muertas lo había condicionado a vivir en un estado de paranoia y ansiedad constante. “Un par de precauciones nunca estarían de más”, se dijo para autoconvencerse antes de empezar a montar el campamento.
Fue una tarea tediosa como siempre, pero a su vez familiar, incluso llegando a ser mecánica. Se había acostumbrado en sus años vagando solo. Primero tenía que cubrir el perímetro alrededor de la carreta con sal, formando el llamado “Círculo de protección”. Existían varios rituales que consistían en formar círculos con determinados materiales rituales para causar diversos efectos. La sal era un ingrediente purificante, por lo que trazar un círculo con sal era una práctica común para aquellos que se la podían costear o, en su defecto, a quienes se les entregaba como material de trabajo.
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Preta (Versión Beta)
FantasíaEn un mundo muerto y roto, dónde las almas son incapaces de descansar, cuatro jóvenes unidos por el deber tienen que enfrentarse a la terrible verdad del mundo y afrontar el peso de los errores del pasado.