Parte única

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Charlie miraba a sus amigos de reojo mientras navegaba en internet. Reían y escuchaba diferentes sugerencias por parte de ellos sobre a qué lugar deberían ir esa noche. Podía oler el perfume que cada uno de ellos llevaba puesto, era probable que la pasarían de maravilla.

Sintió pasos acercándose hacia él y cuando levantó la cabeza, encontró a Aled con sus amigos parados en el umbral de su dormitorio.

—¿De verdad no vas a ir? Podemos esperarte —Preguntó él, sus cabellos castaños caían en mechones bien definidos en su frente.

—No, creo que me quedaré en casa esta vez.

—¿Esta vez? Nunca nos acompañas a ningún lugar, Charlie —Le recriminó, luego, se cruzó de brazos.

—Me siento un poco cansado —Levantó los brazos y los estiró un poco. Lo volteó a ver con una sonrisa de medio lado— No te preocupes Aled, diviértete... —Miró al grupo que se encontraba detrás de él y añadió —...diviértanse.

Buscó con la mirada entre la pequeña multitud y se percató de que Nick Nelson se encontraba ahí, pero poco interesado en la charla que mantenían. El castaño miró el reloj plateado que colgaba en su muñeca y se giró levemente hasta quedar frente a ellos.

—Creo que es hora de irnos, ya son las ocho —Les informó y miró nuevamente a Charlie —Vamos a estar en esa discoteca con temática de las amazonas por si llegas a cambiar de opinión —Le sonrió y salió de su habitación. Minutos después escuchó como la puerta del departamento se cerraba.

Charlie nunca había sido una persona que le gustara demasiado salir a ese tipo de reuniones, de hecho, lo hacían sentir incómodo. Había ido unas cuantas veces con Aled y sus amigos, pero antes de las doce ya quería regresar a casa. A decir verdad, se sentía fuera de lugar.

Caminó hasta la cocina y preparó un poco de café. Abrió el refrigerador y sacó una porción de torta que Aled le había regalado por la mañana. Se frotó las manos y se dirigió al sofá en donde no tardó en tomar una cobija de algodón para cubrirse mientras tecleaba en los botones de su laptop.

Charlie disfrutaba pasar el tiempo de esa manera, es decir: revisar sus redes sociales, ver tutoriales poco productivos en youtube, y por supuesto, escribir uno que otro capítulo de su novela. Fue cuando se encontraba mirando una serie, cuando escuchó sonidos del exterior. Se retiró los audífonos con lentitud, y al asomarse por la ventana que tenía a su lado, una cantidad impactante de luces parpadeando en el cielo lo saludaban. Se sentía fascinado ante el espectáculo, las pequeñas luces que empezaban apenas como una chispa, se expandían sin precedentes, formando figuras increíbles. No podía creer que una pequeña luz fuera capaz de convertirse en algo tan hermoso.

Se preguntaba si así funcionaba el amor y el cariño; una pequeña luz convirtiéndose en algo tan fantástico cuando encontraba un lugar donde expandirse. Analizó aquella analogía y varios pensamientos pasaron por su cabeza. Las muestras de cariño, las palabras encantadoras y las buenas acciones, eran aspectos que resultaban necesarios para que las personas pudieran sentirse cómodos el uno con el otro, de lo contrario, de ningún modo las cosas funcionarían.

No supo por cuanto tiempo estuvo observando el espectáculo, miró la hora y pensó que tal vez era demasiado tarde para estar despierto. Dejó la taza de café en la mesa y caminó hasta su habitación, pero al acostarse, se limitó a mirar el techo por varios minutos pensando en que tal vez debería darse la oportunidad de conocer nuevas personas. Le podría hacer bien, de todos modos, no se imaginaba toda una vida estando solo, tenía muchas expectativas en el futuro y tal vez eso lo estaba estresando demasiado.

Sus ojos empezaron a cerrarse lentamente atrapándolo poco a poco en un sueño profundo, pero cuando estuvo a punto de dormirse, en el preciso momento cuando su mente ya empezaba a generar una nueva historia, sintió golpes en su ventana. Charlie se levantó con el cuerpo adormecido, sus ojos esforzándose por mantenerse abiertos. Los golpes contra la ventana se intensificaron, pensó que tal vez era mejor averiguar el motivo, pero cuando abrió la ventana no pudo estar más sorprendido. Fuera de la casa y en el primer piso se encontraba la persona más inesperada, giraba su cabeza de un lado a otro como si alguien lo estuviera siguiendo, como si estuviera siendo precavido de algo. Charlie ladeó la cabeza y preguntó:

Fuegos artificiales - Nick y CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora