Luimelia 1978: Buena Chica... (Good Girl)

547 46 2
                                    

LUIMELIA 1978:

Habían pasado... ¿qué? ¿Cuatro meses desde que nos habíamos visto? ¿Cinco a lo mucho? Era verdad que las cosas no habían terminado bien. Vamos, más bien dicho, habíamos terminado rompiendo y jodiéndolo todo, por así decirlo. Sin embargo, Amelia había vuelto. Después de decirme que "me fuera a la mierda" que "me jodiera" que "era una tía sin escrúpulos y mentirosa", desde luego, verla no es que la quisiera volver a ver.

Pero, dicen las historias que el primer amor nunca se olvida, ¿no? Que es eterno y que, aunque no dura para siempre, es el que más permanece en nuestra memoria.

Y Amelia era un recuerdo, una sensación, un pensamiento, una forma de ser, que no podía borrarme de mi cabeza. Por mucho que pasara, por mucho que intentara seguir mi vida con Sebastián, una vida más tranquila, ella conseguía volver mi mundo de al revés. Una sola palabra, una sola mención de que estaba de vuelta en Madrid y es que me volvía tonta. Tenía un embrujo sobre mí que no podía con él y lo odiaba, porque seguía estando bajo su embrujo.

Aunque lo amaba. Después de todo, nunca había sentido nada igual con alguien antes. Ni con Sebas, ni con el hippy aquel de turno, con nadie.

Cuando llego al Hotel la Estrella, Jesús ya me espera en la puerta:

-Luisi, Luisi- me llama- ¿Estás segura de lo que vas a hacer?

No lo estaba, pero necesitaba.

-¿No?- murmuro- Pero...

-A ver, que estás a tiempo de echarte para atrás. Cuando Amelia me dio la nota para que te la diera, le dije que la había dejado en lo de tu abuelo y...

-Jesús, Jesús, Jesús- le corto antes de que continúe- No importa, de verdad- después de todo, sabía lo que quería hacer, pero sabía que podía manejarlo, creo que podría manejarlo- Voy a ir al encuentro... no te preocupes.

Éste me asiente, sonríe y me indica:

-En el salón principal. Acaba de venir de hacer unas compras....

Agradeciéndole la información, camino hacia dentro del hotel. Voy muy nerviosa, siento que voy a vomitar y las piernas son gelatina. Sin embargo, consigo llegar al salón. Hay poca gente y no me hace falta buscarla mucho cuando la veo, a lo lejos. Sentada, con un abrigo de bisón, que esperaba que fuera falso, estaba sentada leyendo una revista. Se veía glamurosa a más no poder.

Aunque, para no estarlo. Dos películas y no se cuantas publicidades que había hecho desde que se había ido a Francia a trabajar:

-Vaya, cuantas bolsas- le digo cuando me acerco- Alguien ha estado ocupada.

-Na... unas cuantas compras. Estaba aburrida.- su tono es condescendiente, de superioridad.- Unos caprichos...

-Caprichos de Luis Voitton. Doce y Gabana...

-Caprichos- sonríe esta de nuevo, quedándonos en silencio.

La miro, nos quedamos en silencio y antes de que se torne incómodo, prosigo:

-Me diste la nota... ¿querías verme?

-Sí, bueno...- dejando la revista aun lado, esta me mira y sonríe- en realidad tengo que ir a hablar dentro de nada con un par de guionistas y productores de cine de aquí de España. Asique... no tenemos mucho tiempo.- sonríe, bromea cuando un camarero del hotel se le acerca, trayéndole una bebida- Quien me ha visto y quien me vé. Antes servía para los que se sentaban aquí y ahora es a mí a la que me sirven...

-Vaya... que ironía...

Dándole la vuelta al butacón que hay delante de Amelia, me siento delante de ella. No la recordaba tan condescendiente. Literalmente, no la recordaba tan fría. Sin embargo, no podía dejarme engañar. Podría estar jugando.

Casi 500Donde viven las historias. Descúbrelo ahora