Luimelia 2020: Sueño de una noche de verano

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LUIMELIA 2020: Sueño de una noche de verano

Con la calor cerniéndose sobre las aguas, podía ver las olas ondulantes de los rayos del sol, atravesando las aguas. Estas se evaporaban, formando gases que subían y bailaban sobre el cielo, envolviéndome y bailando sobre mi cuerpo. Se sentía bien, se sentía relajada y yo me sentía jodidamente feliz.

Aquella maría había sido demasiado.

La gente aún seguía bailando, hablando, envueltas en su propio mundo y aunque era lo más divertido del mundo de ver, me levanto y comienzo a caminar. ¿A dónde exactamente? No tengo ni puta idea. Solo sé que cuando me doy cuenta, una voz en mi cabeza me dice "levántate y anda, Luisita". ¿Era Dios? ¿Quién sabe? Lo mismo aquella maría era tan buena que me había conseguido llevar espiritualmente hasta el mismo Jesucristo. O quizás es que necesitaba pegarme un bajonazo rápidamente.

Caminando cerca de la orilla, escucho los pájaros cantar una canción que parezco solo escuchar. Un ritmo que me hace bailar y bailo. Muevo mi cuerpo lentamente, dejándome llevar por mis emociones, dejándome llevar por la canción que los pájaros realizan a mi alrededor y me siento feliz. Dios, maría o no, hacía muchísimo tiempo que no me sentía así de libre, así de tranquila. Libre sin notar nada más que felicidad dentro de mí y no sé si aquello era bueno o malo, dada la situación.

Entonces la veo, sobre una pequeña colina, montaña o como quieras llamarlo, Amelia estaba tendida. Mirando hacia arriba, la veo con los ojos cerrados y una sonrisa en su cara, como noto a medida que voy avanzando hacia ella.

No me dice nada cuando me siento a su lado y por un momento, me quedo sentada, aun bailando al son de la canción que solo puedo escuchar:

-Los pájaros me cantan...- le digo con un tono casi espiritual.

Girando su cabeza, los ojos de Amelia están rojísimos y es solo mirarnos, que ambas nos entra una risa inexplicable:

-¿Ahora los pájaros te cantan?

-Y yo bailo- respondo- Hace tiempo que nadie me cantaba, ¿sabes?

-Yo te cantaba- a Amelia casi le ofende que le diga ello.

-Me cantabas, tu lo has dicho.

-Aun te puedo cantar.

-pero no lo haces...

Tendiéndome a su lado, coloco mi cabeza hacia el lado y nos quedamos mirándonos. Esta sonríe:

-¿Y quieres que te cante?

-Quiero que me cantes- aquella conversación era lo más tonto que había escuchado.

Sin embargo, es que no podía pararme:

-¿Quieres que te cante?- esta asiente- ¿Qué quieres que te cante?

-No lo sé...

-Si no lo sabes, ¿Cómo quieres que te cante?

-No sé...

-¿Te canto el cumpleaños feliz? Si quieres, te lo puedo cantar en catalán.

Las dos nos callamos, nos miramos y de nuevo, esa risa tonta que no podíamos con ella. Casi me duele el pecho de la manera en la que me hace reír. Una risa continua, que tarda en írsenos.

Y de repente, nos llega el silencio. Me quedo mirándola, sus ojos brillan con los rayos del sol y no puedo evitar la primera vez que nos besamos. Frente a la puerta de mi edificio, de mi piso. Tantas cosas que habían pasado, que creía que nunca más la vería. Sin embargo, el destino dijo "que se haga el amor" y allí, mirándola a esos ojos que tanto me encantan, nos tomamos y nos besamos con pasión.

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