Heejin, I love you

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—Heejin... —la llamo por al menos séptima vez antes de que ella lance una pelota a los conos y estos tiemblen pero no caigan, suspiro con cansancio y ruedo los ojos.

—Otra ronda —dice, a tiempo que le alcanza otro billete al tipo.

—Ay, Heejin, puta madre —la empujo en cuanto le alcanzan esas pelotas, tomando una y golpeando en el punto que una vez vi por internet para poder derribarlas a todas. Para mi conveniencia, funciona, y sonrío con ganas, aplaudiendo un poco mientras el señor del juego me alcanza un peluche de tamaño mediano de un oso panda.

Heejin esconde su rostro entre sus manos con vergüenza, y no puedo evitar reír.

—Toma, te lo regalo —le entrego el muñeco.

—No, no quiero, me da vergüenza...

—¿Qué te da vergüenza? —cuestiono con gracia.

—Yo lo tenía que ganar para ti...

—Aish... Bien, me lo quedo y finjimos que lo ganaste tú para mí, ¿bien?

—No, no, ya sé la verdad, no es lo mismo.

—Heejin, eres una tonta —le digo, abrazando al peluche de panda—. Y pasamos la hora de tu plan en ese juego estúpido, ahora, ¿vamos a la noria o no?

Sus ojos me miran con algo de vergüenza, y no puedo evitar pensar que es linda, hasta que asiente levemente y tomo su mano con firmeza, para caminar juntas hasta la susodicha noria que se ve a lo lejos.

Pasamos al menor diez minutos en la fila, hasta que termina la vuelta y las cabinas se liberan completamente, entramos las dos cómodamente en una de esas cabinas, al estar preparada para cuatro, tenía espacio de sobra y siento el muñeco de panda a mi lado, mientras Heejin está frente a mí.

Está atardeciendo, el cielo está naranja y poco a poco el azul oscuro va ganando terreno en el espacio, la cálida luz hace que su pálida piel se vea un poco dorada y sus ojos brillan más, es hermosa y, como siempre, no puedo evitar sonreír a la par de ruborizarme por semejante vista.

—Eres hermosa, Heejin —mi voz es cargada de honestidad.

Ella sonríe y se ruboriza también, no está acostumbrada a que le digan que tan bonita es.

—¿Sabes? A veces me arrepiento de no haberme declarado antes... —ni yo sé de dónde salió eso—. Quiero decir... Si te lo hubiera dicho el año pasado o por ahí, quizás... Pasaríamos más tiempo juntas, ya sabes, en vida.

Heejin me mira y de nuevo noto algo roto en sus ojos, observa sus manos, jugando con sus dedos sin saber qué responder.

—Jichuu, yo... Creo que quizás no sea en esta vida, pero en otra... Estaremos juntas mucho más tiempo —sus ojos vuelven a mí.

Sonrío y me inclino hacia ella, tomo su nuca con una mano y nos unimos en un beso cariñoso; apasionado. Nuestro labios se mueven frenéticos y no sé bien en qué punto nuestras lenguas se vuelven a encontrar, sacándome jadeos.

Los brazos de Heejin rodean mi cintura y me aprieta contra sí, termino sentada en su regazo, sus manos acarician mi espalda, una está demasiado cerca de mi cinturón, pero no me molesta ni un poco.

Mis manos están en su cuello, es un lugar cálido que huele muy bien, no sólo por el perfume que usa, sino también por el ligero aroma femenino que es natural de ella.

Se separa de mí con algo de lentitud, mirándome con ojos preocupados.

—¿Estás bien? —yo asiento—. ¿N-No estás muy acelerada ni nada? —vuelvo a negar.

—Estoy muy bien en realidad —me acomodo un poco más en su regazo, frotando mi trasero sobre ella, el aire escapa de sus labios en un suspiro pesado.

—Eres mala —dice, sus mejillas están rojas y aparta la vista.

—¿Por qué? —pregunto riendo con falsa inocencia.

—M-Me estás provocando —murmura, roja como un lindo tomate—. Y justo frente al pandita —señala al muñeco, termino escondiendo el rostro en su hombro de la risa, ella me sostiene para no caer de mi lugar—. Eres una pésima ejemplo de madre —bromea.

—Cállate, como si supieras cuidar adecuadamente a un panda.

—¿Quién se está frotando sobre quién frente a nuestro pandita? —dice, de forma retórica.

Vuelvo a reír y me escondo de nuevo en su cuello, ella me abraza, me aprieta contra sí hasta que suelto un quejido y beso su mejilla incontables veces para que deje de molestarme.

Sólo puedo pensar todo lo que la amo.

La amo, la amo tanto.

La amo tanto que no puedo evitar decirlo.

—Heejin —recibo un sonido afirmativo de su parte—. Te amo.

CONFESSION, heechuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora