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Pensé en la mejor opción que tenía pasar salir ileso de todo esto, sin embargo, cada vez que pensaba en una forma, mi idea terminaba mal en mi cabeza. Por ende, me quedé de pie dándole la espalda a la chica mientras cerraba los ojos y me daba cuenta que la única manera de poder salir de esta habitación ajena era haciéndole frente a la cagada que había cometido.

-Ahora es el momento en donde me dices qué haces en la habitación de una chica en la noche, escondido... ¿acaso me estabas esperando para darme alguna clase de sorpresa? – Me volteé esperando que no tuviera esa cara de diversión que muy pocas veces la he visto tener, pero que me causaba más molestia que su cara de "odio todo":

-En realidad, quería saber si no tenías a nadie atado a tu cama a punto de ser torturado. – Quise sonar gracioso o aliviar la pesadez del ambiente, aunque no logré nada de ello. – Creo que es mejor que me vaya de aquí.

Di unos pasos hacia la puerta del cuarto pensando que había por lo menos 1% de posibilidades de que me dejara ir, así como si nada. Su mano me detuvo por la muñeca izquierda con una fuerza que me sorprendió al momento, halándome hasta tener que dar unos pasos atrás para poder mantener el equilibrio. La miré con los ojos abiertos por su notable fortaleza repentina y mi garganta se cerró dándome cuenta que era demasiado pequeña para hacerme desequilibrar de esa forma con solo halarme de la muñeca.

-Sabes mejor que nadie que no te puedes librar de algo como esto tan fácilmente, y muchos menos cuando se trata de mí... ¿Qué estabas haciendo en mi habitación? – La poca gracia que yacía en la voz de Halsey cuando llegó al lugar había quedado totalmente en el olvido, parecía más seria que en muchas ocasiones, tanto que mis vellos se erizaron por todo el cuerpo y supe de inmediato que su enojo era de verdad.

Sí, la cagué muy feo.

-Quería saber si habías descubierto algo sobre el paradero de tu hermano. – Una parte de mí sabía que aquello era cierto, pero por alguna razón también presencié una pizca de mentira en mis palabras sin saber por qué.

-Y la mejor manera que tenías de saber eso era entrando como un asqueroso ladrón a mi habitación aprovechando que no estaba en casa ¡Qué elegancia la tuya! – Aplaudió dos veces sin despegar su mirada de odio hacia mí.

-Lo siento, es mi culpa. No sé qué estaba pasando por mi cabeza cuando pensé que esta era una opción viable.

-Claro que es tú culpa, nadie te puso una pistola en la nuca para que vinieras a investigar sin permiso a una casa ajena vacía ¿verdad? – Me quedé en silencio bajo su poderosa mirada fría. – Una de las cosas que más odio en la vida es que entren en mi espacio sin preguntarme primero y, la segunda, es que toquen mis cosas sin permiso. – La vi caminar lentamente hasta colocarse en el borde del escritorio inspeccionando las cosas que revisé, dándome cuenta que notó la especie de mapa que conseguí. – Y tú acabas de cometer las dos cosas ¿cómo se supone que arreglemos esta situación? – Mis manos temblaron al ser recorrido por un viento frío desde la espina hasta los pies.

Parpadeé sintiéndome extraño, era como si el aire comenzara a pesarme en los pulmones, cada vez el exhalar e inhalar era más difícil y comencé a entrar en pánico cuando noté que no podía moverme, fruncí el ceño intentando de salir corriendo porque tenía el camino libre hasta la salida de la habitación, no obstante, mis extremidades no respondían a los pedidos que hacia mi cerebro y miré a todos lados sin entender.

-Yo...

-No hables.

Mi boca se cerró bruscamente ante la petición firme de Halsey y, aunque quise volver a hablar para decirle que algo malo estaba ocurriendo con mi cuerpo, mis labios no se movieron ni un milímetro de su lugar para dejar salir mi voz. El ritmo cardíaco era acelerado dentro de mi tórax, empecé a sentirme mareado al momento y no lograba concentrar ni una idea en mi mente.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2022 ⏰

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El Misterio de Los OswenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora