Bestia salida de un costal

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—Dámelo —dijo el niño de la casa 203. 

—No, es mío y no te lo presto —respondió molesta la niña de la casa 204. 

El niño abandonó el jardín, entró a su casa y regresó con un plato de plástico, elcual usó para golpear frenéticamente la cabeza de la niña. Arremetía contra ellacon una mueca de odio, como si su furia viniera de otro lugar, de un recuerdoturbulento. Los vecinos intervinieron de inmediato. 

Un rato más tarde, el niño caminaba a lado de su madre. Ella parecía seria,retenía cierto enfado que no mostraba. 

«No he hecho nada malo, mamá. ¿Por qué no me hablas?», se decía el niño ensilencio. Entraron a casa, su madre le lavó la cara y le sacudió la ropa sin mirarlosiquiera. La indiferencia hizo que los ojos del niño se humedecieran. Lo metió asu cuarto y cerró la puerta sin ningún signo de enojo. Después la mujer serefugió en su recámara, puso el seguro, y rompió a llorar. 

Había sucedido como el despertar impredecible de un volcán. El niño habíaobservado, asimilado, y para el horror de su madre, aprendido. 

De pie frente al espejo, la mujer se levantó el cabello y se tocó el cráneo: ahíseguí la cicatriz, una de tantas, una muy especial. Aquella que surgió una nochede acostumbrada agitación, cuando su marido le estrelló un plato de cristal en lacabeza.

El silencio le soltó la verdad con alaridos. Había resistido inútilmente esperandoel tan prometido cambio, su ansiado final feliz. Ahora la ironía hacía de las suyasy su hijo se convertía en el mismo monstruo que ella enfrentaba todas las nochesal servir la cena. Sus venas se hincharon, la sangre viajaba a la velocidad de susrecuerdos, las fotografías le reprochaban su cobardía. «Lo que tú llamas amor essolo una absurda excusa para quedarte».

 La rabia y la melancolía se adentraron en un combate por territorio. Ella sereprochaba a sí misma; todas las disculpas de su marido las había guardado enun pequeño costal, y ahora, una bestia gigantesca salía de ahí. 

Era suficiente. No dejaría que su pequeño repitiera el papel. No daría lugar a másverdugos ni futuras víctimas. Su hijo era lo más valioso para ella y no lo veríaconvertirse en la pesadilla de otra mujer. 

La rabia le ayudó a llenar las maletas. 

Esta vez iba a pelear, esta vez, las rosas no la engañarían...








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⏰ Última actualización: Aug 11, 2022 ⏰

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Cuentos para Monstruos  ~(Santiago Pedraza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora