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Janis Sawattmikul era hermosa, con un aura imponente y una personalidad altiva que destacaba muy por encima del resto de las mujeres en el mundo. Proveniente de una familia absurdamente poderosa y ex reina de belleza, se podría decir que Janis era el estándar que toda mujer deseaba alcanzar y que todo hombre deseaba tener. Ella era simplemente perfecta, y nadie estaba dispuesto a discutirlo.

Y Gulf Kanawut lo sabía muy bien...

Así como también sabía que esa poderosa mujer se convertiría en socia mayoritaria de MSJ company, y en la futura esposa de Mew... Su jefe y su gran amor.

Se había enterado esa misma mañana de la noticia de fusión entre la MSJ company y Sawatt International, y aunque al principio pensó que eso era algo bueno porque beneficiaría a la empresa, luego Build le explicó que tal fusión se debía a la alianza entre ambas partes por medio de un acuerdo de matrimonio entre los primogénitos de cada familia para asegurar su estatus social y bienestar económico, así como también para fortalecer ambas compañías y convertirse en las compañías afiliadas más poderosas e importantes de todo el sudeste asiático.

Fue entonces cuando el mundo de Gulf se vino abajo, pues aquello no quería decir más que estaba a punto de perder a Mew para siempre, pues al ser el primogénito de la familia Jongcheveevat, era a quién le correspondía asumir el acuerdo de alianza de matrimonio entre ambas familias... Lo que quería decir que, Mew y Janis, estaban a un paso del altar.

Y Gulf...

Gulf...

Gulf simplemente no tenía manera de luchar contra ella.

No podía ni siquiera imaginar competir contra esa mujer, porque no tenía ni tendría nunca lo necesario para estar a su nivel. No tenía un estatus social elevado, y tampoco un apellido de renombre. Mucho menos era tan agraciado como lo era ella, una ex reina de belleza y dos veces catalogada la mujer más bella de todo Asia.

Él solo tenía un corazón puro y lleno de amor para Mew, aunque al parecer eso nunca sería suficiente para tenerlo a su lado... Y tal vez era avaricioso y egoísta al desear más de lo que podía tener, pero no podía evitarlo. Sabía que ser el amarte de Mew debería de ser suficiente para él, pero quería más de todo aquello. Quería exclusividad y amor. Quería a Mew solo para él y para toda la eternidad. Pero era imposible, y él era consciente de su posición.

Nunca sería más que el amante temporal del señor Jongcheveevat, por mucho que éste le dijera palabras bonitas y lo arrullara en la cama. Él siempre sería Gulf, su asistente personal y el hombre con el que dormía tres noches por semana.

Y eso dolía.

¡Dolía como nada!

¡Dolía como todo!

Aunque pensó que tal vez era mejor de esa manera, porque si Mew se casaba con esa mujer, ella cuidaría muy bien de él y le daría los hijos necesarios para fortalecer el imperio de ambas familias, y él debería de estar satisfecho por ello, porque si Mew encontraba la felicidad, él debía dejarlo ser feliz, aunque doliera en su corazón.

Con ése doloroso pensamiento regresó a su puesto y siguió trabajando lo que le restaba del día. Solo deseando que las horas pasarán en un soplido para regresar rápidamente a casa y desahogarse en llanto.

Todo el llanto que no podía dejar fluir mientras estuviera en su horario laboral.

(...)

Mew Suppasit Jongcheveevat, el poderoso primer heredero de la dinastía Jongcheveevat e hijo favorito del magnate textilero, Akkaerin Jongcheveevat. Se podría decir que éste agraciado hombre había nacido con todos los privilegios existentes, pues a parte de ser proveniente de una familia adinerada, también había nacido agraciado físicamente de pies a cabeza, y contaba con una multitud de talentos que era incapaz de enumerar él mismo. Pero entre ellos destacaba su talento para cantar, pues su voz era hermosa y dulce, tan única como el cantar de un ave exótica y tan genuina como la de un barítono.

Aunque si era honesto con él mismo, Mew solo amaba cantar por una única razón. Y esa razón tenía nombre y apellido.

¡Gulf Kanawut!

Su lindo asistente y futuro esposo siempre elogiada su talento para cantar y su voz, por lo que Mew había empezado a amar su talento, sólo porque adoraba ver las expresiones fascinadas en el rostro del chico mientras él le contaba muy cerca.

Le gustaba verlo reír, eso era algo que realmente a Mew le gustaba. Pues cada sonrisa de Gulf era un premio muy valioso para él.

Cada cosa que Gulf hacía, Mew la amaba. Por eso quería convertirlo en su pareja, pero no tenía ni idea de como hacerlo, porque ni siquiera estaba seguro de si Gulf tenía ése tipo de sentimientos románticos por él. Vamos, que tenían una especie de relación sexual desde hacía un tiempo, pero eso no quería decir que Gulf estuviera enamorado. Tal vez Mew solo era un desahogo físico para él y nada más. Por eso Mew no se había animado a pedirle una cita, pues temía ser rechazado por su lindo asistente.

(Si fueras yo, me gustaría que pudieras sentir el latir de mi corazón cada vez que te veo... Si fueras yo, podrías sentir lo que yo siento), pensó, sonriendo para si mismo.

Tal vez era un cobarde, si, pero se trataba de Gulf Kanawut, el hombre que lo volvía completamente loco, era lógico que tuviera miedo de arruinar las cosas y perderlo antes de si quiera tenerlo. Era un dilema que día con día acongojaba su corazón.

Ojalá Gulf algún día compartiera los mismos sentimientos que él tenía.

Ojalá algún día lo hiciera.

- ¿Qué pasa contigo, cuñado? - bromeó Janis cariñosamente, sacando a Mew de la profundidad de sus pensamientos.

Mew sonrió lacónicamente.

- No pasa nada, sólo estoy un poco cansado - mintió y ella entre cerró los ojos con desconfianza.

- No te creo, pero en realidad tampoco es de mi incumbencia lo que te suceda, porque yo solo estoy aquí para hablar de mi cargo como CEO en ésta empresa y de mi futuro matrimonio con tu hermano - explayó ella con altivez.

Mew la miró y luego se rompió a reír a carcajadas, siendo seguido por la hermosa mujer. La mujer que pronto se convertiría en su cuñada.

- Eres tan perfecta que me cansas - dijo Mew entre risas.

Ella asintió estando de acuerdo.

- No lo puedo evitar, nací de ésta manera y al parecer a tu hermano le gusta mucho que sea así - ella alzó las cejas con picardia y Mew resopló divertido.

- Las mujeres perfectas siempre han sido el tipo ideal de Haru, en cambio yo, mi tipo ideal siempre ha sido un tipo sencillo, de naturaleza hermosa pero simple, sin llegar a la perfección y sin entrar en lo común - aseguró, mirándo hacía la puerta de su oficina, justo en la dirección donde seguramente se encontraba su lindo asistente.

Janis era muy lista, por lo que no le tomó mucho tiempo darse cuenta de quién era el tipo ideal de Mew.

Y si era honesta, ella lo comprendía perfectamente, pues ya se había encontrado con el asistente de Mew cuándo llegó a su oficina, y en el instante reconoció la belleza que poseía aquel chico. Una belleza que databa de lo angélica.

- Alguien así encaja perfectamente con alguien como tú - expuso Janis.

Y Mew estuvo totalmente de acuerdo.

Gulf era perfecto para él.

(...)


If you were me ➻ Mewgulf.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora