Capítulo 2

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Ayla

Después de cenar Alina y yo nos fuimos a dormir angustiadas, mañana elegirían a las personas que cruzarían la Sombra.

Alina era cartógrafa, yo  era calígrafa, me dedicaba a redactar las cartas a personas importantes como el Rey o el Oscuro. Ninguna de las dos teníamos muchas posibilidades de ser elegidas. Mal, en cambio, era soldado del Primer Ejército y era muy bueno en la lucha cuerpo a cuerpo y tenía excelente puntería. Era perfecto para la misión. En resumen, tenía todas las papeletas para ir.

Me intenté dormir, pero mi mente no dejaba de crear imágenes en las que aparecía Mal muerto devorado por los volcras. Agitada me decidí por dar una vuelta por el campamento para despejarme un poco. Al salir de mi campaña pude ver la luna en lo alto, fascinada por su belleza me quede observandola.

Al escuchar unos pasos salí del trance en el que estaba. Me giré y ví a Mal.

-Ayla, ¿Estás bien? Te has quedado empanada mirando la luna - susurró Mal, para no despertar a nadie.

-Sí, sí, no te preocupes, solo estoy un poco agobiada por lo por lo que pueda pasar mañana - dije

-No lo estás, tenemos a los Grishas, aunque ahora que los mencionó ¿Por qué les odias tanto?-

-Se te olvida que escribo las cartas al Oscuro, no es un buen hombre, no me fío de él- le contesté

-Pero no todos son el Oscuro, no todos son malos.-

-Ya pero él es líder.-

-Bueno... Aún así, creo que deberías de darles otra oportunidades.-

-No es solo eso Mal...-

 -¿Entonces?-preguntó extrañado

-Mira te voy a contar esto porque confió en tí y en que puedes guardar mi secreto. Pero esto no puede salir de aquí, prometemelo.-

-Te lo prometo, soy una caja fuerte- me respondió Mal con una mirada de curiosidad

-Antes de llegar a Kerazmín, tenía una familia, éramos pobres pero no nos importaba, nos queríamos y eso nos bastaba. Todos los días mis padres se levantaban al amanecer y trabajaban hasta bien entrada la noche.- empecé a contarle hasta que me cortó.

-Espera, ¿Eso que tiene que ver con los Grishas?- habló Mal desconcertado.

-No me interrumpas y lo sabrás - respondí

-Vale, vale ya me callo, sigue con la historia.-

-Bueno, como iba diciendo, teníamos una plantación, de ahí venían todos nuestros alimentos. Era lo único que teníamos. Un día vinieron unos grishas y obligaron a mi padre a darles parte de la cosecha, mi padre se negó, lo necesitábamos para comer. Ellos se enfadaron y abusaron del poder que tenían sobre nosotros, quemaron y volaron toda nuestra cosecha. A la semana, mi madre enfermó, si hubiéramos tenido comida la podríamos haber cambiado por medicinas pero los grishas se encargaron de que no quedara nada. A los pocos días murió, mi padre enfurecido decidió ir en busca de ellos para cobrarse venganza pero pasaron los días y no volvía. Por lo que decidí ir al pueblo en su busca, pregunté a todos pero nadie se quería acercarme a mí o ayudarme. En ese momento no lo entendí, era mi pelo. Lo tenía blanco y la gente susurraba a mis espaldas que era una bruja o había sido tocada por el diablo. Cansada y hambrienta me dispuse a volver a casa pero el cansancio me ganó y acabe dormida en una carretera, allí fue donde me encontró el Duque de Kerazmín y me llevó con vosotros y el resto de la historia ya la sabes.- le conté con tristeza

-Lo siento Ayla, ójala no tuvieras que haber pasado por eso- me contestó mirándome con pena

-No sientas lástima por mí Mal, eso ya es pasado. Ahora vamos a dormir es tarde. Mañana hay que madrugar.

Sombra y hueso// the darklingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora