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-N. O.-
Borja siempre había soñado con crecer y formar una familia. Tener una esposa e hijos era una buena visión para su futuro.
Raúl, por su parte, se veía soltero, quería ser completamente libre y viajar por el mundo sin ningún tipo de atadura.
Sin embargo, pese a lo contrarias que eran sus visiones, al final ambos veían un futuro erróneo y que, por azares del destino, había terminado uniendolos, mandando a la basura sus propios deseos de aquél futuro que veían ideal.
Borja decidió abandonar aquella idea de conseguir una novia cuando conoció por primera vez a Raúl.
No fue una buena primera impresión, en realidad, y es que Borja era un empleado en una librería de la ciudad de Madrid. Había estado escuchando risas y tonterías por un buen rato, y pese a las quejas de otras personas que estaban en el lugar y de una señora mayor que formaba parte del equipo de limpieza de la biblioteca, el revoltoso grupo de amigos simplemente no guardaban silencio.
Borja, tras ver el estrés de la pobre mujer que se había cansado de amenazarlos con sacarlos del lugar, y la molestia de los demás presentes que simplemente querían algo de silencio para concentrarse, decidió pedirles que guardaran silencio o se retiraran del lugar.
Su trabajo no era tratar con ese tipo de personas, pues él simplemente estaba ahí para ayudar a ordenar los libros, habitualmente esas cosas las hacía su jefe, quien justo aquel día había tenido un contratiempo y había salido antes.
Se acercó decidido y con un rostro serio, para después sonreír al estar frente a los jóvenes que no parecían ser mayores que él.
Borja.- Disculpen...- Su tranquilidad se fue por el caño cuando aquellos ojos marrones miraron los suyos, haciéndole sentir un sinfín de emociones y alborotando su pobre corazón que palpitaba con fuerza.- Ehem, verán... Esto es una biblioteca, así que no pueden estar haciendo ruido ya que molesta a los demás... Debo pedirles que por favor guarden silencio
Uno de los chicos se levantó de su asiento, haciendo bastante visible su gran altura a comparación de Borja, quién sintió cierto miedo al pensar que no saldría ileso.
Xx.- ¿Y quién eres tú para ordenarnos algo, eh? Borja.- Bueno, trabajo aquí y- Xx.- No nos interesa, chico, no eres nadie para darnos órdenes, así que por favor no molestes y vete de una vez
Borja frunció el ceño, e importándole un carajo la altura del otro, le respondió.
Borja.- O guardan silencio o se van, así de simple, la biblioteca es un lugar para leer y estar en silencio, y si no pueden seguir esas simples reglas entonces no pueden estar aquí
El otro se dió la vuelta y tomó a Borja por el cuello de su camiseta, haciéndole soltar un quejido por la fuerza empleada.
Xx.- Escúchame, niño- Fue interrumpido por el de ojos marrones, quien le indicó que lo soltara, para después mirar a Borja X.- De acuerdo, lo sentimos, nos iremos ya
