Black Leather [ADAPTACIÓN]

13

Día uno

Habían dos cosas que ella y Luz habían malinterpretado del Examen de Legitimidad.

La primera era que la multa, además de haberla tenido que pagar por adelantado, definitivamente no costaba lo mismo que uno de sus trajes italianos. Si no que salía el precio de cuatro, ¡CUATRO! Y de esos hechos a la medida. Y si Amity se quería poner más específica, tenía que agregarle cinco corbatas más de su sastre francés favorito.

La segunda, es que no solo tenían que quedarse por cinco días en reclusión y disposición, como ratas de laboratorio, para ser observadas y juzgadas por especialistas designados por el Estado. Si no que también tenían que quedarse en reclusión y disposición como ratas de laboratorio por separado. Los cinco días, a todas horas, sin Luz. Amity no podía recordar un día desde que la besó que no hubiera pasado sin verla o tocarla.

Quiso matarse.

Las habían separado apenas dieron sus nombres en la recepción. Un hombre y una mujer con trajes oscuros y aspecto de duros de matar llegaron un minuto después de que la recepcionista colgara el teléfono.

Amity se había visto obligada a seguir a la tal agente Clawthorne, mientras que Luz se había despedido con un beso para irse detrás del agente Whispers, Amity los miró irse durante un rato, mientras seguía a la agente hasta un ascensor. Alguien había prometido llevarse sus maletas hasta donde su habitación quedaba, y mientras la agente le explicaba un poco sobre lo que estaba por venir, Amity no podía dejar de pensar en lo adorable que se veía la espalda de Luz caminando al lado de ese agente alto como un árbol.

Lo primero era una "entrevista", asi que la guiaron hasta una nueva habitación en el segundo piso del
hotel.

En toda su vida, y como buena abogada, Amity había tenido muchas oportunidades de ver salas de interrogatorios policiales. La regla general era que solo debían tener una mesa, tres sillas y luz eléctrica. Ésta era igual, salvo que con una ventana
y un mueble en una esquina con unos libros y una máquina para servirse café.

En el transcurso de la conversación aburrida, exasperante, y parecida a un cuestionario permanente a todas las decisiones de su vida, Amity decidió dejar de prestar atención a la
conversación cuando comenzó a circular, peligrosamente, sobre el tema de sus padres.

A Amity no le gustaba hablar sobre ellos.

No lo hablaba con su hermana, le había contado a Luz lo justo y necesario, y ni siquiera ella se daba el tiempo de pensar en ellos más de lo necesario. Simplemente omitía el tema. Lo detestaba, le incomodaba, y si había una manera de evitarlo,
Amity por lo general lo hacía.

Así que, mientras la agente Clawthorne le consultaba brevemente sobre sus padres, Amity se preocupó
de practicar el boceto en su mente de la queja que de seguro vocalizaría una vez terminará toda esta "entrevista" (como le había llamado la mujer). Porque tenía muchas cosas de las cuales quejarse. Quería especialmente recordar la incómoda silla, la pésima decoración y las preguntas que creía no iban al caso.

– ¿Me está escuchando, señorita Blight? – preguntó la mujer.

– Por supuesto.

Ella esperó a que respondiera. Amity no lo hizo.

– Acabo de preguntar, si de alguna manera, usted culpa a los Conectados por la muerte de su padre.

¿A los Conectados? ¿Y por qué culparía a los Conectados? Amity quiso reírse.

Muy bien. Estaba en la silla caliente.

– ¿Qué tan necesario es hablar sobre mis padres?

– Señorita Blight, este es el primer día. El primero – dijo, sonaba casi al borde de su paciencia – ¿Para qué siquiera venir a dar el Examen si no está dispuesta a contestar las preguntas más fáciles? – Preguntó, levantando una ceja. – ¿Cuál es el punto de venir aquí, pedir el examen, y luego no ser honesta?