Hay muchos tipos de relaciones

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-A ver si yo lo estoy entendiendo... ¿Vais a seguir con esto?

Yo asentí, y Raquel me miró como si no terminara de creérselo. Habíamos quedado para tomar algo en mi barrio, en una terracita que había cerca de mi casa. Ambas llevábamos las gafas de sol e íbamos vestidas bastante de sport, porque aunque todavía nos pareciera alucinante, había pasado una semana desde Eurovisión y la gente nos reconocía por la calle.

-Mery, tía, piénsatelo bien. –Bufó. -Creo que podéis salir muy mal paradas.

-Ella ya lo ha hablado con Bastián. -Aseguré. -Quiero decir, no es que él no estuviera al tanto pero... -Carraspeé y bajé la voz. -Después de la última noche en Turín...

Raquel dio un sorbo de su vaso, sin quitarme la vista de encima.

-De verdad pensaba que sería algo pasajero, que cuando acabara todo, simplemente pasaríais y... -Comenzó.

-No es posible, Raquel. -Suspiré, mirándola a los ojos. Sabía que a través de las gafas podía intuir mi mirada, porque ella también la mantuvo fija.

-Es que puede salir muy mal, María. –Insistió.

Yo asentí. Sí, lo sé. Lo sé a ciencia cierta. Sé que podía salir horriblemente mal, pero es que no me encontraba en disposición de dejar de ver a Chanel así. No podía simplemente verla como una amiga corriente ahora. No después de haber pasado tantos meses enredada en su piel. Y separarnos tampoco estaba en la ecuación, entre otras cosas porque después del éxito de SloMo en Eurovisión, probablemente nos esperaba un verano bastante movido.

-Y a Bastián... Esto le parece bien, ¿no? –Continuó Raquel.

-Sí. –Me encogí de hombros. -Es un tío muy libre, ya sabes.

Raquel sacudió su cabeza, alucinando.

-Mira. –Le dije. -Chanel y yo sabíamos que esto podía pasar. Y al principio no dijimos nada, ya lo sabes, pero creo que Bastián ha pensado mejor las cosas.

-Las ha pensado porque le conviene, María. Y queda mucho mejor decir "soy tan libre que me da igual que te acuestes con otra" a "sé que me has puesto los cuernos reiteradamente".

Yo apreté los labios, tenía un punto de razón. Si bien es cierto que Chanel nunca ocultó a Bastián que le pasaban cosas conmigo, no estoy tan segura de que él supiera a ciencia cierta el nivel de implicación de esas cosas.

-Y lógicamente va a aceptar que os sigáis acostando. –Continuó Raquel, y me miró como si fuera obvio. –Es eso o nada.

-No creo que... -Negué, pero ella me interrumpió.

-Chanel preferiría perderos a los dos antes que perderte a ti, María.

Yo agaché la cabeza, suspirando, y Raquel me cogió la mano entre las suyas por encima de la mesa, apretándola. Me sonrió un poco triste y bajó el volumen de su voz:

-Mery... Esto era algo anecdótico e incluso... excitante, cuando tenía una fecha de caducidad. Pero ahora no la tiene, y quizás eso sea mucho peor que saber que todo tiene un final.

Ni siquiera era algo previsto, no era algo que estuviera en mis planes. Nunca me habría metido así en una relación, jamás me habría implicado de esa manera con alguien que ya estaba en pareja, y muchísimo menos habría aceptado de buen grado ser la amante de alguien. De hecho, en el momento en el que Chanel me dijo que tenía pareja aquel día tras el ensayo, decidí que jamás volvería a mirarla como algo más que a una amiga. Y lo mantuve, férreamente, y en ocasiones fue una ardua tarea porque los labios de Chanel siempre sabían como seducirme y cómo doblegar mis convicciones.

Tiempo muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora