CAPÍTULO 5

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Love


La famiglia está feliz por la llegada de Dante, sus amigos le han preparado una fiesta después de la pelea de hoy en la noche a la que obviamente no me han invitado.

En todo el almuerzo no pude reaccionar, no sé si era por la resaca o por el eco que hacían las palabras en mi cabeza y cuando apareció Killiam, nadie se concentró en mí, así que fue perfecto para pasar desapercibida. Me limite a escuchar y asentí y, así se me fue todo el puto día.

Hoy es noche de boxeo por lo que nos encontramos de camino a la arena de la familia.

La puerta del automóvil es abierta y padre me da la mano para ayudarme a bajar. Acomodo mi vestido y le sonrió.

—¿Sucede algo? —pregunta mi madre al otro lado del brazo de mi guapo progenitor.

—No... nada.

—Hoy es una noche importante, esperamos que nuestro campeón nos dé un cinturón más —dice Killiam llegando radiante con su traje elegante.

—Te vez guapo —le digo sonriendo y dándole un beso a modo de saludo.

Miro el gran cartel de la entrada de ambos luchadores, hoy se enfrentarán dos grandes del boxeo, mi familia ha hecho millones auspiciando a estos deportistas. Leron es nuestro indiscutible campeón, pero la otra parte tiene un buen contrincante o al menos eso dice Killiam y mi madre.

Entramos al lugar escoltados por nuestro equipo de seguridad. Nos hacen espacio entre el gentío que espera un espectáculo de primera. Cuando llegamos a nuestros asientos en primera fila veo a Dante del brazo de Dayana, ambos me saludan desde sus lugares con un movimiento de cabeza y luego vuelven a su conversación.

El acto comienza mientras las personas que pasan saludan a su capo, mi padre. Todos muy protocolares hacen lo mismo con el resto de la familia, me duele la boca de tanto sonreírles y asentir, pero es mi deber y debo cumplirlo.

—Mamá, disculpa, iré al lavado —anuncio interrumpiéndola por encima de la música.

Ella asienta y yo hago mi cometido mis dos guardias me siguen como halcones.

Me abren la puerta y espero como siempre a que uno entre e inspeccione antes de yo entrar, por suerte no hay nadie porque la última vez fue horrible como sacaron a las pobres mujeres que hacían cola.

—Paren un poco por favor —digo invitándole a salir a Piero—, no creo que quieras ver esto o que si quiera te este permitido.

Agacha su cabeza y sale. Una vez sola, me sostengo del lavado y veo mi reflejo. Me siento tan extraña hoy. No sé qué me sucede. Niego con la cabeza y luego intento relajar mis hombros moviéndolos, cierro y abro las manos y una vez más me miro en el espejo, esta vez sonrió, abro la llave, y tomo un poco de agua directamente de la llave.

Si tan solo no estuviera maquillada sería un buen momento para echarme un poco de agua en la cara y despertar, así que opto por echarme un poco de agua en mi nuca. Pasado unos minutos me siento lista para salir otra vez al mundo. Abro la puerta y sonriente les pido que me sigan, camino contoneándome mientras atraigo las miradas por donde paso, me gusta ese efecto que causo en los hombres, veo de reojo a uno que no me desprende la mirada mientras bajo las escaleras hasta mi lugar, lleva una chaqueta de cuero de esas que usan los moteros.

Es el mismo hombre de anoche. Cuando quise ir a hablar con él ya se había marchado por lo que verlo aquí es toda una sorpresa.

—Love —escucho mi nombre y me detengo de golpe, buscando la procedencia de la voz y cuando por fin las encuentro es Rebeca y Anna llamándome no muy lejos.

PECADO, RULETA RUSA 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora