Louis Tomlinson tenía una vida que muchos considerarían exitosa. A los 28 años, estaba en el último año de su residencia en medicina, una carrera que le había consumido casi una década de estudio y sacrificios. Sus padres lo apoyaban en todo y sus amigos leales siempre estaban a su lado. Sin embargo, había algo que aún le faltaba: alguien que lo amara.
A pesar de tener una vida llena de logros, Louis nunca había tenido una pareja. Era como si el romance se le escapara y aunque alguna vez había sentido algo por alguien, esos sentimientos siempre terminaban en nada. Ya fuera por falta de tiempo o porque las personas de las que se enamoraba ya tenían pareja.
El amor parecía ser lo único que no podía conseguir.
Esa tarde, durante un breve descanso en el hospital, se encontraba hablando con Kenia, su mejor amiga y colega. Kenia, con su larga melena oscura y ojos vibrantes, siempre tenía una sonrisa lista para animarlo, aunque Louis ya se sentía un tanto resignado.
—Hoy cumplo 29 años, Kenia. Y sigo igual... solo —dijo Louis, mientras se apoyaba en la pared, con la mirada fija en el reloj que marcaba los últimos segundos de su descanso.
Kenia, quien revisaba los detalles de la próxima cirugía en su tablet, levantó la vista y le dedicó una sonrisa.
—¡Ay, Louis! Ya llegará. El amor no siempre aparece cuando lo buscas. Aparece cuando menos te lo esperas. Tal vez hoy mismo, en tu cumpleaños, algo cambie —bromeó
Louis se encogió de hombros, sin mucha convicción. Ya había escuchado esas palabras antes, pero después de tantos años esperando, su paciencia comenzaba a agotarse.
—Ojalá tengas razón.
—Por supuesto que la tengo —insistió Kenia, guiñándole un ojo mientras recogía sus cosas—Ahora deja de lamentarte, que tenemos que preparnos para la cirugía
—Vale —contestó Louis con una sonrisa pequeña
—Lastima que tuvimos que estar de guardia justo hoy—negó con la cabeza un poco desanimada—pero mañana podemos ir a festejar tu cumpleaños con unos buenos tragos
—Seguro, me hacen falta
—Bueno, vamos antes de que la doctora Lim nos regañe por llegar tarde.
Louis asintió y Kenia comenzó a caminar, él todavia se quedó unos momentos más, perdido en sus pensamientos. Sin embargo, algo llamó su atención desde la sala de espera. Al otro lado del pasillo, una anciana pequeña, con el cabello gris recogido y una canasta de lirios blancos a su lado, intentaba atraer la atención de los doctores y enfermeras que pasaban rápidamente junto a ella. A pesar de sus esfuerzos, nadie se detenía.
Louis dejó a un lado sus preocupaciones personales y se acercó.
—Disculpe, señora. ¿Está bien? —le preguntó con un tono amigable, inclinándose un poco para escucharla mejor.
La anciana lo miró con ojos cansados, pero agradecidos.
—Me duele... las muñecas, joven. He estado aquí un rato, pero nadie parece tener tiempo para mí.
—Lo siento mucho. Venga, la llevaré a una de las camillas y la atenderé yo mismo —respondió, tomando suavemente su brazo para guiarla.
La llevó hasta una camilla en urgencias, ayudándola a sentarse cómodamente. Luego tomó su estetoscopio y comenzó a revisar sus signos vitales mientras le hacía algunas preguntas.
—¿Cuándo comenzó el dolor en las muñecas? ¿Ha hecho algún esfuerzo recientemente? —preguntó mientras palpaba con cuidado sus manos.
—El dolor ha ido empeorando con el tiempo... —respondió la anciana, con un suspiro de cansancio—. Pero ya sabes, a mi edad las cosas comienzan a fallar.
Louis la examinó con detenimiento, notando el desgaste en sus articulaciones, posiblemente artritis avanzada. Tras unos minutos, le ofreció su opinión
—Es posible que sea artritis, pero necesitaría hacerle algunos exámenes para confirmarlo. Mientras tanto, puedo darle algo para el dolor.
La anciana sonrió, agradecida, pero en lugar de aceptar el tratamiento, lo miró directamente a los ojos.
—No vine aquí solo por el dolor. Vine por ti
Louis frunció el ceño
—¿A qué se refiere?
La anciana no respondió de inmediato. En cambio, tomó suavemente sus manos y las sostuvo entre las suyas.
—Hoy es un día especial para ti, ¿verdad? Cumples 29 años y aunque has ayudado a muchos en este hospital, sigues esperando que alguien te ayude a ti. Pero tu deseo se cumplirá.
Confundido, Louis intentó liberarse de la incómoda situación con una sonrisa nerviosa.
—No entiendo. ¿De qué habla?
La anciana inclinó la cabeza, sin apartar la mirada.
—Lo que tu corazón más desea... conocer a esa persona que tanto admiras. Lo tendrás. En menos tiempo del que imaginas, es mi manera de agradecerte por tu buen corazón.
Antes de que Louis pudiera formular una respuesta coherente, Kenia apareció desde la puerta, llamándolo con urgencia.
—¡Louis! ¿Qué haces? ¡Tenemos una cirugía!
Louis volteó a ver a su amiga
—Ahora voy, solo termino con....—. cuando volvió la vista hacia la anciana, ella ya no estaba.
Desconcertado, miró a su alrededor, pero la mujer había desaparecido por completo.
—¡Apúrate!—le dijo Kenia antes de irse de ahí
Louis seguia buscando con la mirada a la anciana pero no la encontraba, unos segundos después en sus manos apareció algo: siete lirios blancos, tan frescos y perfectos como los que había visto en la canasta de la anciana. Sin embargo las flores desaparecieron así como aparecieron.
Louis parpadeó varias veces, tratando de procesar lo que acababa de suceder.
—Dios, creo que estoy alucinando —murmuró para sí mismo, antes de correr hacia la sala de cirugía.
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𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞 𝐋𝐢𝐫𝐢𝐨𝐬 [𝐋𝐒]
FanfictionLouis tiene siete oportunidades para estar junto a Harry, la persona que más admira y ama en el mundo. Sólo que cada oportunidad no es como él lo esperaba